Lun, 25 Mar 2019, 22:59
Asunto: Re: Diario de Pollastre
Esta semana pasada tocó adaptar los horarios y lugares de entrenamientos al calendario de actividades de las fuerzas vivas. El martes un circuito de cuestas por el vecindario, 7,2 km a 4'47 de media, con buenas sensaciones en general. El jueves, a una hora bastante tardía y con bastante cansancio acumulado tras un día cargado de actividades de cachorros, el cuerpo sólo me permitió un minitrote de 5,1 km por el circuito sube-baja habitual. Y gracias.
Y luego vino el sábado, y allá que fuimos, aprovechando que estábamos allí, a hacer el rodaje largo habitual del fin de semana, en compañía de otros 500 corredores, a la
15k Nocturna de Ourense....
“Una breve crónica de una larga carrera”
Muchos kilómetros eran estos para mi cuerpo, poco habituado a estos excesos. Tendría que buscar alguna libreta antigua donde pudiese tener anotado la última vez que llegué a estas distancias. Raro era también esto de correr por la tarde, después de una churrascada, un menú muy poco recomendable antes de una carrera. El caso es que me presenté en la salida, sin ningún ánimo competitivo o de tiempo, sólo rodar a ritmo, con la distancia ya tenía suficiente.
Los organizadores de la carrera deben considerar que los orensanos y orensanas son gente menuda y de pocas carnes, pues cuando fui a por el dorsal ya sólo quedaban camisetas tallas S. Todas las que quisieras. Menos mal que no contaba con ella para la carrera, a la que acudí con la camiseta conmemorativa del día del síndrome de Down, que fue el pasado 21. Sí contaba con ella para cambiarme después de la carrera, por lo que el aspecto físico durante el posterior regreso a casa rayó en lo lamentable, tipo butifarra-runner, aunque afortunadamente quedó disimulado por la oscuridad de la noche y el anonimato.
El calentamiento me dio la oportunidad de saludar a los muy habituales
Matogrosso y
Papa-Leguas, notablemente sorprendidos por mi presencia, como es natural. Luego cada cual se fue al puesto de salida más a su gusto. En mi caso, para evitar cualquier riesgo de que la manada me llevara excesivamente rápido para lo que tenía previsto, me coloqué muy atrás en la salida, sin sufrir ningún remordimiento por ello, con lo cual los 2 primeros kilómetros fueron lentos lentos, sin apenas poder adelantar en una senda estrecha para tanta gente y notablemente polvorienta.
Sobre el kilómetro 3 llegué a la altura de Papa-Leguas. Una vez realizadas las presentaciones oportunas (con Papa-Leguas siempre son necesarias, supongo que está acostumbrado, allá donde vaya), le hice saber mis intenciones poco competitivas, sólo rodaje a ritmo estable, para que en ningún momento se llevase a engaño, hubiese malentendidos o viese amenazado su estatus de corredor local. A partir de ese momento igualamos ritmos, y así nos mantuvimos la mayor parte de la carrera, con un ritmo bastante estable y tranquilo, apto para la conversación, sin atender prácticamente al reloj, tiempos de paso ni nada parecido.
Transitábamos por el kilómetro 10 y ya empezaba a dominar la noche, momento en el que Papa-Leguas me comunicó que pretendía acelerar en los últimos kilómetros, pues lo consideraba imprescindible para amortizar lo invertido en la inscripción y salvaguardar su reputación ante sus paisanos. Como estas razones me parecían bastante endebles, pensé que debía haber otras, quizá alguna moza entre el público asistente, algo que le diese una motivación extra a ese dispendio gratuito de fuerzas, pero en cualquier caso esta es una circunstancia que no me concierne, no soy quién para airearlo y no es este el foro adecuado para chafardeos.
Sobre este particular, un servidor le hizo saber que estas distancias no entraban en su presupuesto, que era un corredor conservador por naturaleza y que no había espectadores que pudieran recriminarle su actitud poco competitiva, sin olvidar su reconocida dificultad para moverse en la oscuridad que empezaba a invadirlo todo y que en algunos tramos obligaba a prestar una especial atención a los baches, hoyos, desniveles, surcos y, en general, a las irregularidades de todo tipo que poblaban el terreno que pisábamos, acostumbrado como estoy a la luz natural y a las superficies estables.
Como soy una persona muy comprensiva, sus argumentos me parecieron razonables y no consideré necesario recriminarle su actitud ni plantearle que esto suponía dejar tirado a un compañero en mitad de la senda, ya tenebrosa a esas alturas, abandonado a su suerte en caso de un mal tropezón, con riesgo evidente de ser atropellado por el trenecito o ser presa fácil de jabalíes u otras criaturas de la noche.
Así fue como el arriba mencionado aceleró ligeramente a partir del kilómetro 12 y fue alejándose para batirse en sus duelos personales, mientras que yo no mostré el menor interés en variar el ritmo, que continuó de manera impasible en torno a 4'55-5' hasta la meta. En cualquier caso, lo mantuve a la vista y la distancia al final fue creo solo de unos 20 segundos.
Ya en el último kilómetro, mientras enfilaba la subida a la pasarela del centro comercial, para mi sorpresa me encuentro al cachorro número 1 y le animo a que venga conmigo hasta la meta. Consigo convencerle, con algo de esfuerzo pero sin necesidad de recurrir a la autoridad paterna o amenazarle con un recorte en la paga, y de esta guisa subimos la última rampa y entramos en meta los dos juntos para dar por concluido el evento.
Como era de esperar, el recorrido se hizo largo, en el tramo final el cuerpo pedía meta a gritos, poco habituado como está a estas kilometradas, pero se acabó sin grandes aspavientos.
Al final, los 15 kilómetros salieron a una media de 5’05, razonable y decorosa para el espíritu con el que afronté la jornada y la falta de costumbre en este tipo de distancias.
En cuanto al estado físico, las rodillas se hicieron notar en algunas partes del recorrido, curiosamente más al principio, cuando se supone que se está más fresco, que al final, mientras que el bajo vientre no se notó en absoluto. Ante la falta evidente de fondo, al día siguiente el estado de las piernas podía calificarse un punto por encima de “molesto”, aunque dos por debajo de “para echarlas a los peces”.
Lo más tocado son los gemelos, que no suelen quejarse pero el sábado sufrieron más de la cuenta en la tierra del circuito, muy seca y correosa para esta época del año. Veremos mañana cómo están, pues ya toca retomar la actividad en vista a otras carreras, que sin duda serán más cortas que esta.
Sin otro particular doy por concluida la crónica. Varias cosas se quedan en el tintero, pero no considero oportuno exponerlas en este foro por su manifiesta falta de interés para el público general y porque la longitud de este texto se está saliendo de madre.
Si no lo ha hecho ya.
Atentamente.
P.