Dom, 18 Xan 2015, 23:03
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Primer año del gato. Día 196. (18 de enero)
No es ésta una carrera que me guste demasiado, pero si todos acuden a Viana no me voy a quedar yo en casa, no vayan a pasárselo bomba sin mí: intento no ser un Blitz, ese personaje de "Cómo conocí a vuestra madre" que siempre se perdía todo lo interesante. Y en ese afán de disfrutar del día estuve a punto de llegar dos horas antes de tiempo, a estas alturas aún no sé que hay que restar y no sumar para ajustar el reloj. Bajamos cuatro compañeros en el coche y en Viana ya nos fuimos encontrando con un montón de conocidos, parecía que había más gallegos que portugueses, aparcamos, cogimos los dorsales, redesayunamos, hice recuento de rodillas y archienemigos, calentamos por el parking (después de perder y encontrar el coche, vaya pandilla). No sólo soy más lento corriendo, cada día me visto más despacio: Reflex, protecciones para los pezones, vaselina, el reloj, la cinta del pelo, los manguitos, cambiarme de calcetines y zapatillas, camiseta de repuesto, guantes, dorsal, imperdibles, el chip, quitarme el chándal, gel, quejarme del frío, perder ropa, guardar todo, buscar la llave, cerrar. Casi me habrían hecho falta esas dos horas a mayores.
Después de este farragoso párrafo ya estamos por fin en la salida, me voy al fondo de todo con Nando y Quinso y arrancamos con calma, vamos a ir tranquilos, en plan colegas, a 5'15" o similar y que llueva, incluso a ese ritmo vamos adelantando gente, todo va bien, podemos seguir así hasta la meta. Y entonces aparece Montse, primero acelera para ponerse a nuestra altura y saludar, se despide y vuelve atrás, que está mala y no nos puede seguir y va a caminar, nos vemos luego, cuídate. Mete otro arreón y nos adelanta, algo no me cuadra aquí, se marcha y adiós. Y allá va la cohesión del grupo, porque nos debatimos entre seguirla a ella o seguir unidos, y uno tira y otros no, y éste aprieta el paso y yo más, y no habíamos dicho acaso que amigos forever will you always be my friend... Total, que nos hizo un Yoko Ono, como dijo Quinso, y destrozó la banda. Y una vez desatadas las hostilidades son muy malas de volver a atar. Por el kilómetro ocho ya era un sálvese quien pueda, aunque íbamos a velocidades similares y corríamos juntos pero ya no revueltos. Y Montse, sembrada la discordia, se había quedado rezagada.
Y en el diez y medio, en una de esas rectas interminables de doble sentido que me comen la moral, veo a Andrés de vuelta y detrás a Isaías, y tomando una señal de tráfico como referencia calculé que me llevaban cerca de tres minutos. Ah, Andrés, archienemigo pertinaz como la sequía en tiempos de Franco, malandrín. ¿Seré capaz de recuperar ese tiempo en lo que queda de media (media media)? Llevaba el gel que había comprado en la Behobia y quería probarlo en carrera, a ver si los tolero, por aquello de Berlín: ése era el momento, pues, de tomármelo en el avituallamiento y salir a toda pastilla a por ellos. Cosa pastosa, oiga. Consigo tragarlo no sin dificultades (técnicas para abrirlo con los dientes mientras boto y deglutorias porque se pegaba al paladar), espero un efecto espinaca popeyano que no llega, y por mi cuenta empiezo a correr de verdad.
El ritmo medio del Garmin va bajando kilómetro a kilómetro. Adelanto a todo el mundo, cientos de miles, juraría. El paisaje es una mancha borrosa, el horizonte se vuelve esférico y los objetos parecen brotar de él (esto lo habéis visto en muchos dibujos animados, venga, haced un esfuerzo por entenderme), el universo se ralentiza en comparación. Tengo las gafas tan empañadas que veo mejor sin ellas, y no es poca mi miopía. Intento limpiarlas con la camiseta mojada (error) porque voy en busca de otra roja y una verde. Y ahí aparece ya la primera, puede que haya exagerado un poquito en la velocidad que llevaba pero realmente estaba recortando a lo bestia. Paso a Isaías como una flecha (mientras lo hago le pregunto qué tal va, si tiene problemas... y me contesta otro corredor sorprendido gratamente por mi interés). Dejo a ambos y sigo, Andrés se esconde cual Wally pero por fin lo veo delante. ¡Ja! Y sólo estábamos en el dieciséis, espectacular remontada. Y me dan retortijones. ¿Será el gel? ¿Será la botella de agua que tuve que beber para bajarlo, yo que normalmente apenas doy un trago simbólico? ¿Será el frío? ¿Serán los nervios de tenerlo al alcance? ¿O serán los dos pasteles de nata (la aportación de Portugal a la humanidad) que me tomé antes de la carrera? La cosa no llegó a mayores, por suerte para mí y para quien esté leyendo esto.
Me acerco a Andrés y le devuelvo la imitación de Robert de Niro (procuradoooor... ujieeeer...) y sigo. Ahora el objetivo es bajar de 1:45' (cualquiera diría por esta crónica que iba a batir el récord de la hora) y aguantar los dolores. Porque sí, me duelen muchas partes, las dos rodillas a la vez, luego una sola, luego la otra, los pies, un gemelo, y sobre todo la ingle o la inserción de algo en algo, yo sé dónde duele pero no sé cómo se llama. No estoy muy maratoniano, de momento. Y ya el resto fue según lo previsto, y todavía pude esprintar a un porriñés (y ser contraesprintado), ganarle a César casi sin querer y quedarme en 1:44'34" que habría firmado ayer y agradezco al gato negro.
Isaías, igual de contento, ya se apuntó a C42. Montse entró bailando como siempre. Nando y Quinso me llamaron de todo menos bonito. Andrés también muy satisfecho. Todos felices y en armonía. Y la comilona después en un restaurante donde estaba la mitad de Correr en Galicia. Un muy buen día. Me va a acabar gustando Viana.
Susi y María, gracias por venir a vernos aunque no estéis corriendo todavía.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Dom, 10 Set 2017, 19:24; editado 4 veces