Las carreras populares no son un supermercado

En muchas carreras populares es costumbre tener dispuesta en la zona de meta una mesa atendida por personal voluntario, en muchos casos niños, para la entrega de bebida y comida a los participantes que van llegando. Por desgracia, es demasiado habitual ver a corredores de todo tipo llenando sus mochilas como si el simple hecho de inscribirse en la prueba les diera derecho a coger fruta y bebida para toda la familia.

De esta forma se consigue que, gracias a unos pocos corredores insolidarios y faltos de la necesaria educación, muchos otros que llegan después de ellos, se queden sin un simple botellín de agua porque sus propios compañeros se la han llevado antes.

Una posible solución por parte de las organizaciones sería sencilla, siempre y cuando se disponga de suficiente personal y logística: hacer pasar a los participantes en fila entre vallas y entregar sólo una bolsa por dorsal. Aunque este sistema ralentizará el tiempo para coger la bebida, garantiza al menos que todos y cada uno de los participantes tiene un refrigerio en meta, pues en muchos casos el presupuesto de la carrera no da para tener dispuestos una docena de botellines por corredor.

Aunque lo primero desde luego es la educación de los propios atletas.

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