Mar, 23 Feb 2016, 2:16
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Segundo año del gato. Día 230. (21 de febrero)
Pobre de ti, Gulliver, porque ya hace tiempo que se han rebelado todos los hombres de corazón diminuto, con sus pequeños rencores, con su bilis, con su rabia de enanos afeitados y miopes. Gritan en las tertulias y en sus altavoces denuncian soberbias y burlas y practican la neolengua: el educado es un falso humilde, el que insulta dice verdades como puños, el talentoso desprecia a sus rivales, la genialidad es una provocación, el dialogante es un hipócrita, la violencia ahora se llama intensidad, se criminaliza el espectáculo y la ironía es un pecado intolerable. Una mentira repetida mil veces se convierte en trending topic en las redes asociales. Atónito asisto a esta feria. Y los mediocres de andar por casa, que están lejos de los focos y micrófonos y sólo pueden dirigir su miseria a los que tienen alrededor, no se relajan ni en carnavales. Escondidos tras un teclado o una gorra hozan la letra pequeña de reglamentos caducos y ordenanzas polvorientas intentando que no se divierta nadie.
En fin, soy culpable y reincidente y despedí las fiestas en la 10Q Fast Run disfrazado de preso, reo mas no contrito, con uniforme de poliéster, esposas de todo a cien y un grillete con bola de plástico y cadena de ferretería. Regular idea, era consciente. ¿No irás mejor sin eso? Claro que sí, y todavía estaba mejor en cama sin venir a correr, pero es lo que toca hoy.
Volví a As Neves, donde pasé muchas tardes de domingo de pequeño. Mi padre era director de una pequeña oficina allí. Algo amaría en el pueblo porque después de trabajar toda la semana aún le quedaban ganas de regresar a la plaza donde nunca había nadie y a comer al restaurante Casa Calviño. Yo no compartía esa pasión, en verdad odiaba aquel tedio con la cabezonería recalcitrante de los niños cuando no quieren hacer algo. Entre otras cosas, adquirí una aversión juramentada a la lamprea.
Y unos cuarenta años después me hallaba de vuelta, pero la plaza estaba animada como nunca y costaba reconocer el escenario de mis horrores infantiles. Mientras saludaba y me peleaba con los complementos y los probaba al trote, Montse se apuntaba a una sesión de zumba. Y al lado, moviéndose con la sensualidad de una bailarina oriental y el dinamismo de un B-boy urbano, wakawakeaba una gorra. Alberto73, yo quiero verte danzar como los zíngaros del desierto con candelabros encima, o como los balineses en dias de fiesta. Por allí calentaban (con menos torridez y erotismo) Andrés61 y Pol34, nos faltó corredor101 para completar las semifinales de baloncesto.
Tenía la misión de acompañar a mi pareja y ayudarla en los tramos donde flojease. Sin agobiarla. Dieron la salida y me puse a su vera, a su vera, siempre a la verita suya, dejando que ella marcase el ritmo. Pero no aguanté mucho rato callado, confieso, y empecé a sugerir, casi exigir que acelerase, pues íbamos cuesta abajo frenándonos. Voy bien así, déjame. Resultó que uno de los dos tenía razón, y no era yo. En cualquier caso pronto me vi envuelto en mis propios problemas. Por supuesto llevaba las manos atadas delante y no podía bracear, con esa penitencia ya contaba y era parte del personaje, pero además las esposas me hacían daño y el traje y el gorro me asfixiaban. Me adelantaba y frenaba, o me ajustaba algo y me retrasaba y recuperaba, y Montse a su historia, ajena a mis cuitas y fresca como una lechuga fresca, que también las hay que no.
No es habitual que un fugado persiga a los galgos en lugar de ser cazado por ellos, sí es habitual que fracase en la aventura. Hacía calor. Alcanzamos a Moncho en su tirada larga. A uno con falda a medio disfrazar, sólo un superman y yo habíamos retrasado la cuaresma ese día. Espero que a él le vaya mejor, pienso, se me suelta la bola de la pierna y tengo que colgar la cadena del cuello y es pesada, con las manos amarradas me cuesta, un Tyrannosauros Rex de brazos cortos. Y al rato se desprende del otro extremo y cae al suelo, un corredor la recoge sin parar y me la devuelve, gracias. Qué tiene esta bola que a todo el mundo le mola. Le pongo un imperdible como puedo y continúo. Veo a Andrés, y le suelto nuestra frase de costumbre pero hoy con más motivo que nunca, vestido de presidiario le digo abogadooooo y el Oscar es mío. Y cuando estamos subiendo y peor voy, la pelota que ya me está tocando las homónimas se tira cual suicida y rueda cuesta abajo. Retrocedo, la pillo, levanto la cabeza y Montse que se ha ido. No un par de metros, unos cientos. Va dejando esa nube de polvo de los dibujos animados. ¿Es un pájaro, es un avión, es el que va de Superman? No, es Montse. Atención, está dando espectáculo: ¡falta de respeto! ¡Al comité de competición!
La poca gente que aplaude me llama Bárcenas o pepero o similar. Ya sabemos que los políticos son esos extraterrestres que aterrizaron un día en España y a fuerza de rayos destructores nos tienen sometidos. Nada que ver con la sociedad, desde luego, con los ciudadanos honrados, éticos y cívicos que estamos a la cabeza de Europa. El que esté libre de sobres que tire la primera papeleta, pero dámela sin IVA, no voy a ser más tonto que los demás.
Los últimos kilómetros los gasto en un intento de duelo con un veterano que se para a caminar y sin embargo no se despega, y acabará ganándome. Creo. Porque me arrastré hasta meta en malas condiciones, con el riego justito. Como en el parque de A Canuda hay más ambiente me crezco y pretendo hacer una entrada a lo Braveheart (pero jamás nos quitarán la libertaaaad) que se queda más bien en heart attack. Tengo picos de más de doscientas pulsaciones, según el Garmin. Y Terio que me hace una minientrevista y no sé qué le dije, algo de sufrir y disfrutar, disfrir y sufritar.
Montse me está esperando, vaya paliza, al menos no vino Extremeñeiro. Campeona. Y tan contenta que cree que tiene medalla y se lleva el disgustazo al ver el nivel y que todos sus esfuerzos no son recompensados. Bienvenida al club. Grey usará primeras marcas para sus cincuenta sombras, porque estas esposas de chichinabo rompen con un solo uso y la izquierda no se abre, ji ji, no se abre, ji ji, tira tú, ji, mierda que no abre, que me aprieta un montón, ahora me gangreno y salgo en el programa ese de mil maneras de morir. Tengo que ir hasta Protección Civil a que me excarcelen con una tijerita, ya con los dedos insensibles (exagerando). ¡Libre al fin! A la basura, esposas del diablo, concubinas de Lucifer.
Más tranquilo socializo y nos quedamos a comer por Monção con Papa-Léguas, Matogrosso, Moncho e Isaías. Este último dice que duerme como un bendito con mis crónicas, que él llama cuentos. En castigo he tardado casi dos días en escribir ésta, ojalá las ojeras le lleguen hasta el suelo.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones