Dom, 19 Feb 2017, 23:25
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Tercer año del gato. Día 227. (18 de febrero)
Qué buenos son los padres salesianos, que nos llevan a Padrón. Tenía permiso por fin para correr, es decir, tenía instrucciones de darlo todo y a ver qué pasaba a modo de test.
Fuimos con mucho tiempo y comimos allí en un restaurante fino de los que no acostumbramos a gastar, de los de emplatar y caramelizar. El cielo se iba cubriendo de nubes negras con aviesas intenciones. Saludamos a conocidos, nos cambiamos, calentamos un poco con Cristóbal y PequeñaCriatura, y llegada la hora de la carrera nos cayó encima el aguacero esperado.
Empapados nos colocamos en los cajones correspondientes. Fenomenal despropósito. Isaías con Pedro Nimo y otros seiscientos heterogéneos, y a continuación los dorsales rojos arrinconados y atropellados por los verdes. Organizarnos por federados y no federados es tan arbitrario como hacerlo por rubios y morenos. Se retrasaba la salida y tiritábamos, silbamos y urgimos a las autoridades pero donde hay Padrón no manda marinero. Finalmente partimos, más o menos, tirando a menos. Caminando, pisando huevos, tropezando, y ya directamente taponados. ¡Trata de arrancarlo, Carlos, por Dios! No había manera. Nivelazo de campeonato gallego. Mejor habría sido no ceder ante los linchadores mediáticos y tener la mitad de participación.
Detrás de mí había dejado a Montse a cargo de los archis, que hoy eran Papa-Léguas y Andrés61. Dio buena cuenta de ellos. Espero que no me ocurra como con Sauron y Morgoth y sea al lugarteniente a quien recuerde la Historia.
Por mi parte iba luchando conmigo mismo, con el adoquinado, con los charcos, con las irregularidades del terreno, y con la ausencia de público. Intentando hacer una vuelta a 4'25" y la última a 4'20". Me enganché a un chico de verde y lo tomé como referencia y motivación. Adelantábamos y alguno se resistía,
os rivais de Padrón, uns pícanse e outros non, pero yo me mantenía fiel a mi liebre, que bastante sufría para no perderla de vista.
En el cinco mil pasé en casi veintidós minutos y medio, fuera de plazo, y sólo una remontada espectacular serviría. Por probar, me puse a correr por debajo de cuatro pero evidentemente era una ilusión, fueron añadiéndose segundos poco a poco, diez, quince, veinte, y aunque no hubo un pinchazo de los que duelen fui incapaz de acercarme a la marca personal y ni siquiera a la prevista.
Vi a Quinso al frente y quise alcanzarlo y no pude, y si le gané fue sólo porque no era él y en realidad venía más retrasado, privándome del placer. Y el sprint a meta, resbalando por las piedras traicioneras, fue un calvario más propio de la carrera de Pascua que celebran también aquí.
El vaso puedo verlo medio lleno o medio vacío, pero para el esfuerzo realizado encuentro bastante mediocres los 44'40" conseguidos.
Claro que, con todo, peor le fue a Montse. Recibimos un email de Emesports con su clasificación:
has logrado entrar en el puesto 752ª de la clasificación general, de los 738 participantes que terminaron la carrera. ¡Fuera de la escala! Pobre, ha quedado a deber puestos para próximas competiciones.
Lo siento por los voluntarios y colaboradores, pero este 10K de Padrón no compite con la Interrunning en excelencia sino en desbarajuste y desastre con otras míticas chapuzas como aquella nocturna de Vilagarcía o los Altos de Torona o los 21Q del Río Tea. ¡Huid, insensatos!
Al acabar, Matogrosso se divirtió pinchando un rato. Que por qué entreno, que por qué no entreno, que ya tengo una edad, que por qué voy a los maratones, que por qué no voy, que la regularidad conduce a la lesión. Yo creo que se aburre. Nos fuimos a tomar unas cervezas y cafés a un bar ruidoso, y la conversación se hizo cruzada y difícil. Desde el fondo norte escuchaba quejas del maratón de Valencia, si lo entendí bien protestaban porque al ser plano no había cuestas. A veces me siento muy solo.
Debería circular por ahí una foto con PequeñaCriatura, para el álbum. Mientras, de regreso a casa la Benemérita nos obsequió con otra instantánea. Con nuestra mejor sonrisa.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones