Lun, 30 Nov 2015, 22:39
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Segundo año del gato. Día 146. (29 de noviembre)
El domingo me quedé a dos metros de subir al pódium.
Llegamos a Catoira, hicimos las gestiones administrativas previas y nos encontramos con Nando, tan grande es su malicia (que no maldad) que me dio un abrazo para contagiarme su gripe: no sabe que nunca la pillo porque no creo en ella. Hoy hay tregua, hoy paz, hoy amigos. Lo que tú digas. Muchos conocidos y como estrella local Meigalicix, haciendo recuento de rivales. Café, tranquilidad y la pachorra (¿o era satisfacción?) que da el deber cumplido, ya no pienso correr, quiero decir
correr más en una temporada, que este año ha sido intenso y productivo. Ni duelos ni marcas ni objetivos, sólo disfrutar y lucir palmito en las fotos y quedar en post-carreras. En teoría, claro, porque cuando te ves en la línea de salida y hueles a competición y además te encuentras bien, es difícil no dejarse llevar.
Arrancamos, suerte, ánimos, ji ji, y veo demasiada camiseta amarilla del club de Cambados delante, noto un picorcillo familiar, un prurito peleón. Empezamos en cuesta y todavía consigo ir a lo mío un rato, voy relajado pero de alguna manera me molestan esos dos pícaros ahí, nada, me tengo que acercar a ellos. ¿Así que gripe, y vas a 4'18"? Farfulla algo ininteligible, no es la fiebre sino la conciencia, algo es algo. Aprovecho el acelerón y sigo, atrás se quedan Nando y Quinso, y yo sin forzar, pero sin forzar ahora es ir a 4'15". Estoy en un momento tan dulce que tengo que apartar las moscas, correre é molto facile e divertente, corro sin correr en mí y tan alta meta espero que muero porque no muero. Y pienso si no debería intentar un último récord personal en 2015, pero este diez mil no es homologado y no me lo admitiría la Federación para la beca que sin duda me habrán asignado en los próximos presupuestos. Otro día.
Y sin más pretensiones van pasando los kilómetros, como no me encaro con nadie ni atiendo al reloj y ruedo lo mismo a 4'40" que a 4'17", me entretengo pensando en el disfraz para la San Silvestre o en la vuelta a los escenarios de 091 que no me quiero perder o en comprar repelente para mosquitos para Punta Cana. Reflexiones que no aportan nada a la humanidad, que ya podrían dar algo más de sí las neuronas por muchas que haya ido perdiendo desde los cien mil millones iniciales. Al menos César calcula logaritmos neperianos mientras trota y lleva un registro de las zapatillas de todos los deportistas, pero en contrapartida se despista del tema principal y luego se sorprende y queja cuando Manolo le quita las pegatinas en un sprint diabólico.
Voy gritándoles a los paisanos, venga un aplausiño que es gratis, y miro a mi espalda y veo otra vez ese amarillo limón y una gorra, es Quinso, creo, intento girar la cabeza como la niña del exorcista y por poco me caigo, tac tac, los pasos, y no es él, entre Moraña y Cambados tienen la mitad de las inscripciones cubiertas. Por amenizar la espera hasta el final y porque soy muy majo, me ofrezco o dejo ver como liebre improvisada de algunas chicas, vamos a por ésa que puedes, unas me ignoran y otra sí se apunta pero no puede, me despido y decido ahora sí
correr el último kilómetro. Adelanto a dos o tres mujeres, al de la gorra, a un hipster, varios de verde, no sé si me olvido de algún color, y entro dando espectáculo del bueno, bonito y barato y retransmitido por Terio.
Nos premian con cerveza, pizza y sol. Y a Meiga, Celina y Susana con un trofeo a mayores. Y veo que a Montse también, ¡viva!, pero está en la ducha, nosotros en el salón cuando la llaman, y ahí voy yo a recogérselo, sácame una foto, corro por el pasillo lo que no corrí antes, ya estoy llegando, es mi momento, y me faltan dos metros y ya me voy a lanzar en plancha y aparece Montse, ignorante de mis afanes y desvelos, y sube las escaleras sin verme siquiera y freno el salto del tigre en pleno vuelo y me retiro rojo como un tomate y en podium interruptus. Tan cerca, tan lejos. Enhorabuena, chicas. Y al gran Jesús Bernal por el homenaje.
Y después nos fuimos de comida, y de merienda, y de cena, y casi llego tarde a trabajar hoy. Y muchas risas y tertulias desordenadas y ruidosas, que nos miraban raro en todos los sitios. Quinso atento por si me saltaba una vena discutiendo sobre los trails. Y tuve motín a bordo, que pretenden decirme a mí cómo invalidar resultados ajenos, mientra que no les tiembla el pulso para ilegalizar los sprints sin burofax que avise. En total, el único récord que hice ayer fue el de la post-carrera más larga. Nando se retira de los retos, ha colgado un cartel de Cerrado hasta nuevo aviso. El archirrival que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Ahora estamos todos en manos de César en camino a los próximos maratones (Barcelona unos, París otros).
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones