Lun, 03 Set 2018, 16:51
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Al César lo que es del César.
Excelente carrera la de
Boimorto que no defraudó en absoluto e incluso, diría yo, dejó en un lugar muy alto el listón organizativo, con un trato a los atletas exquisito. Y eso por citar tan solo una de las muchas virtudes que atesora.
Huelga decir que los parajes naturales por los que transcurre son incomparables. Tanto el agujero de gusano vegetal, al que no le hacen justicia las fotos, como la gran avenida de jóvenes eucaliptos. Ambos tramos son sencillamente espectaculares, y, además, en ningún momento como corredor, se percibe ninguna de las “jaimitadas” habituales de las pruebas que transitan por el monte. Lease barrizales, hoyos, pedregales o barrancos traicioneros, donde las deportivas, y a veces, el propio esqueleto, quedan para el desguace.
Hizo, eso sí, mucho calor, pero los voluntarios y voluntarias, algunas de las cuales ya las quisiera para sí el tour de Francia, se esforzaron para que no nos faltase el agua ni la fruta fresca. Todo, como ya digo, de buena ley y a pedir de boca.
La única pega, si acaso, por mi parte, es lo lejos que está el lugar. Me anoté pensado que caía unos pocos kms más allá de
Santiago, en las afueras como quien dice, y el Google maps se encargó de darme una muy merecida colleja.
Pero bueno, se compensaba con el hecho de que allí se daría cita medio foro de
CenG. Éramos cuatro gatos, pero casi todos caras conocidas, lo que ayuda, y de qué manera, a encontrar archirrivales de postín.
Estaban
Litho y
Amina, engalanados con sus elásticas de los Jackbauers v 5.0, y todo el Club de atletismo de la localidad. Muchos porriñeses, verbigracia, del clan de los porriñeses, como
Irdam o
Amador. Y por supuesto, cómo no, el irreprochable y la intachable. El
Doctor Slump, y su musa de brazadas poderosas,
Montse.
En cuanto a mi actuación deportiva, todo fue un despropósito.
En el momento de la salida, y tras el discurso inaugural, charla informativa, mitin de cierre de campaña, cálculo de pi y rezo del Ángelus, de
Mateviev, que casi nos dan las uvas, cometí la imprudencia temeraria de situarme en pole position, con las Cangrejus desvergonzadamente pisando la raya misma de gol.
No sé si era debido al calor, pero en el ambiente flotaba una laxitud tal, que situaciones de esa naturaleza eran permitidas.
Así que arranqué acelerado, y así me quedé para toda la prueba, sin siquiera acordarme de poner en marcha el Ciripolen hasta pasado el km 1.
Iba revolucionado, pero no me sentía del todo mal, hasta que oí a mis espaldas los “miaus” que presagiaban una encarnizada batalla. El “sagacísimo” venía a por mí, apoyado una vez más en sus brillantes estrategias de mente preclara.
Y en un principio, sabedor de mi situación de apuro, dejé ir al
Doctor, limitándome a tenerlo a la vista, aunque ya casi definitivamente renunciando a la lucha.
Pero en completando la primera vuelta, de un total de dos, un manguerazo lo cambió todo. El agua, fresca y cristalina, al resbalar por mis piernas limpió el sudor, y de pronto, el pantalón, recién estrenado, comenzó a rozarme y a hacer “pupita” en salva sea la parte.
Con ese calor, y el frotis diodenar del textil, lo que me podía hacer era una buena cantera, y, no en vano, barajé retirarme de la prueba, pero, al hallarme ya en medio de ninguna parte, obligado de todas, todas, a volver por mi propio pie, decidí cambiar mi estilo de carrera, como recurso a la desesperada, por uno menos ortodoxo, aunque también menos doloroso.
Creía yo que iba a ser un trabajar para las ingles, pero este nuevo estilo, de piernas abiertas y zancadas deslavazadas, me permitía seguir vivo, e incluso, sorprendentemente, avanzar más deprisa.
De pronto comencé a recuperar posiciones, y a recortar distancias con el
Doctor, al que felizmente di caza faltando entre dos y tres kms para el final.
Fueron dos kilómetros de brava pugna, en los que probé su resistencia enviándole un par de hachazos, pero eran puro farol, humo de pajas. Toda la leña se había quemado en la persecución, vertiginosa.
Pluguiera a los dioses, aquí y ahora, enviarme fuerzas, maldije, abandonado a mi suerte cual vulgar Prometeo. Pero es lo de siempre, oiga, antes de meter, todo prometer, y después de haber metido, nada de lo prometido.
Si me hubiera limitado a coger la rueda del felino galeno y seguirlo hasta el final, podría haber llegado con él a la recta de meta, pero fundido. Me habría esprintado, y me habría jugado la lipotimia para nada.
De hecho cuando crucé el anhelado inflable salvador, mi cara estaba de roja como los gayumbos de Miliki, y mis pulmones, el acordeón de Chanquete, para cogerlos, y echarlos al contenedor de los orgánicos.
Eso por no hablar de mis Aquiles, y su constante amenaza de ruptura unilateral. Cada vez forzados a adoptar posturas más y más irreconciliables. En definitiva, esperando a la gota que colme el vaso, para ponerlo todo patas arriba.
Una derrota, sufrida y trabajada, ante un archienemigo es un gran marrón, pero pese a todo, no me siento, tal vez, todo lo contrito y apesadumbrado que debería. He vuelto a las posiciones en que me movía el año pasado por estas fechas, y eso es una buena noticia. Los monos aulladores no han sido en balde. Esperemos que dure la cosa.
Y así, sin más cogí y me fui de allí por donde vine, no sin despedirme y retar a un futuro desagravio a la irreprochable y al intachable. ¿O eran el irreprochable y la intachable? En fin, tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.
Esto, por lo que respecta al sábado por la tarde.
El domingo por la mañana, reventado como estaba, cogí y me fui con
matogrosso a probar fortuna en la travesía a nado de
Vilaxoán.
Allí estaría
Xoixe, que nadaba el recorrido de 2 kms, y con el que departiríamos brevemente tras finalizar su concurso, antes de ponernos nosotros con el nuestro, de 900 metros.
Mi objetivo era, básicamente, no hacer demasiado el ridículo, y evitar, a ser posible, quedar de último. Pero cuando me metí en el agua, vi lo fría que estaba, y la boya roja en la que había que virar, metida en lo profundo de la ría, ya lo único que me importó era salir de allí con vida.
Otro año entrenaré un poco más y trataré de hacer mejor papel, aunque he de admitir que nadar no es lo mío. Veo difícil que repita a no ser que me salgan branquias, aleta caudal o vejiga natatoria, pero nunca se sabe.
Por cierto, quedé de penúltimo. Siempre hay un alma caritativa que le salva a uno de la miseria más absoluta.
No es broma. Perder con el
Doctor, e irme tieso al fondo del océano, hubiera arrojado un balance global bastante decepcionante para lo que ha sido el fin de semana deportivo.
Afortunadamente, no hubo Medusa, ni héroe mitológico de azafranados cabellos enfrentado a Zeus y Thais, capaces de enviarme a los abismos de Poseidón.
Aunque, para qué engañarnos, todo apunta a que los dioses del Olimpo, con buen criterio, pasan olímpicamente de nosotros y nuestras mundanales liadas.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.