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El Correo Papalegüense (edición online)
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freakyrunning

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Respostar citando Envío Xov, 22 Abr 2021, 18:07
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Hace tiempo que no voy a Sparkland, al menos 6 o 7 años. Lo que tengo claro es lo que voy a ir a ver cuando pise tierra por allí: el parque de la Lonia.

Has creado una enorme necesidad en muchos.

Me pasa algo parecido con las escaleras de Nordhavn, Lago da Pedra...

Eso es turismo del de verdad, fuera de los paquetes de agencia.
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Ven, 23 Abr 2021, 16:21
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

freakyrunning escribió:
Hace tiempo que no voy a Sparkland, al menos 6 o 7 años. Lo que tengo claro es lo que voy a ir a ver cuando pise tierra por allí: el parque de la Lonia.

Has creado una enorme necesidad en muchos.

Bueno, creo que se me fue un poco la mano en la comparación con Borneo.

Pero bueno, no pasa nada, yo le doy el paseo turístico, todo incluido, a quien lo desee...



Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Dom, 25 Abr 2021, 16:06
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Si este fuera un diario de cifras, sin duda, estaría permanentemente en números rojos.

Y en verdad que hay poco que aportar en ese sentido. Hoy, domingo, siete kilómetros y medio, más arrastrado que un caballo de copas, y ritmo de moderado a menos grave, que sirven solo para ir pasando el trago en este anno II del Covid, después de los dolores.

Podría haber sido diferente, desde luego, si me hubiese sumado a la iniciativa de Meigalicix de hacer unas maniobras conjuntas el viernes, sin apreturas, a ritmo de gasterópodo (sic), pero la cosa empezó que iba ser un recorrido turístico por el parque de la Lonia, donde yo haría de Cicerone que introduce al mundo las excelencias del paraíso papalegüense, y terminó con esta confabulándose con el preparador físico de su archirrival, para hacerme venir a camino por el muy zapateado y archisabido paseo de las ninfas.

Así que bueno, como tampoco tenía las piernas muy católicas, y sabiendo que nuestra amiga de la favela quedaba en buenas manos, además de mi política de no intervención en los internal affairs de otras naciones sin estado, opté por quedarme en casa y aplicar la máxima de corte zen, muy ochentera, de “Let the river run”.

Y esta mañana, ni corto ni perezoso, o quizás sí, pero qué más da, cogí y me fui a comprobar que el despreciado parque, aún herido en su orgullo, seguía en su sitio.
Y yendo para allá, vi que también tiraba en esa dirección, a ritmo de gasterópodo, una joven zagala, a la que, bien mirado, también podría hacerle la tournée del Edén sparklandiano.

Mira que no lo pensé concienzudamente, el decirle algo a la muchacha así la rebasaba… Una cosa así como la de aquel locutor de baloncesto, Montes, de “La vida puede ser maravillosa”, o, que sé yo, invitarla a una relaxing cup of café con leche… Pero, en fin… Mejor no.

No, la experiencia mística del parque de la Lonia, el encuentro casual con conejos, el disfrute de sus parajes selváticos, teletransportándose uno mentalmente a las Molucas, solo es posible en soledad.
Y fue así, sin embargo, que no habiendo pasado mucho de poner el pie en él, se me apareció por allí el polvorillas de matogrosso, como siempre de kamikaze en dirección contraria.

Que bueno, a falta de pan, buenas son tortas. De modo que le propuse hacer con él, de la manita, las veredas de la parte de arriba, y me compró todos los tickets.

Luego, al salir a zona internacional, nos separamos y cada uno volvió a casa por su lado. Y si te he visto no me acuerdo. Con la peculiaridad, ya es coincidencia, de que de nuevo me encontré en la tesitura de tener que adelantar, en plena operación regreso, a la jovencita de antes. La vida puede ser maravillosaaaa...

Dejémoslo, como ya dije antes, en “Let the river run”. Y no es que la movida de los ochenta se me haga ajena o antipática, pero me niego a entrar en debates generacionales con quienes no condenan el turismo de masas y los viajes del Imserso.



Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Dom, 02 Mai 2021, 16:00
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Pocas cosas hay que disfrute más que salir un domingo por la mañana a trotar por los parques y jardines de Sparkland.

Es la única forma, por otra parte, de mantener, o mantener la ilusión de mantener, un cuerpo ideal como el del hombre de Vitruvio, el notas despelotado que dibujó Leonardo Da Vinci.

Claro que se trata de una misión utópica que, al mismo tiempo, daría lugar a un círculo virtuoso, puesto que, con cuatro brazos, y, sobre todo, cuatro piernas, sería más fácil acortar los periodos de recuperación entre entrenos y burlar el riesgo de lesión y las odiosas agujetas. Se utilizaría un par de extremidades de cada vez, y listo.

El problema, obviamente, resultaría del hecho de tener que ir a todas partes inscrito en un círculo y un cuadrado, que como todos sabéis, no soy yo partidario de andar con inscripciones para lo que es un simple y llano entrenamiento, y que sin duda pagaría, con sudor, como decía Debbie Allen, o Lydia, aquella profe de la televisiva Academia de baile de los 80, y, desde luego, con la fama de idiota que se me quedaría.

Haciendo números, si a los 11 kms que hice el viernes, con gran dolor de caparazón, pese al ritmo de tortuga, le sumamos los 9 de hoy, el cálculo arroja un total de 20, lo que, para tratarse de un diario de letras no está nada mal. Y con más razón en esta época en que estos queridos diarios parecen estar de “caspa” caída.

Tal vez escribir no agote tanto como correr, pero, hoy por hoy, se me hace difícil entender lo uno sin lo otro. Será cuestión, como ya dije antes, de encomendarse a las ideas del Renacimiento, y echar mano, nunca mejor dicho, de otro par de manos, más descansadas… La cuadratura del círculo.

Ni que decir tiene que para teclear dos idioteces también hacen falta tiempo y ganas, y no nos sobra ni de lo uno, ni de lo otro, aunque de eso también podremos echarle siempre la culpa a la Pandemia.

Porque, claro, con días como este de hoy, un lujo climatológico para la práctica deportiva, no hay necesidad ninguna de tirar de la heroica. Sale uno por puro placer.

Y si acaso el único inconveniente sea el de andar zigzagueando para esquivar a los otros domingueros, hoy un jubileo, que antes nos apartábamos de los más mayores para no contagiarlos, pobrecitos, y ahora, ya vacunados, lo hacemos para que no nos contagien ellos a nosotros la variante india.

Cosa que nos sucedería, como diría mi abuelo, por andar haciendo el indio.

Una lata esto del Covid, el cuento de nunca acabar. Aunque, todo sea dicho, iba yo más preocupado de otras afecciones fisiológicas más profanas que la Covid, como el flato persistente.

Un flato, o más comúnmente conocido como ganas repentinas e improrrogables de evacuar, que me asaltó a partir de la mitad del recorrido, y ya no me dejó ni a sol, ni a sombra, amargándome la fiesta.

El último kilómetro siendo un verdadero ejercicio de equilibrismo para seguir de una pieza y no bajar el ritmo, en lo que sería un alargamiento innecesario de mi agonía.

Tanto es así que ya en el ascensor de casa llegó a barajarse la posibilidad, si venían mal dadas, de dejar allí mi rúbrica. El hombre de Vitruvio, a fin de cuentas, acuclillado, no pierde necesariamente del todo sus proporciones matemáticas, sino solamente que pasan a ser otras, dado que tampoco es lo mismo calculo pi, que pica el culo.

No obstante, y parafraseando a Robert Shaw, el capitán Quint en Tiburón, al hilo del desastre del Indianápolis, entregamos la bomba.

Ya lo decía mi abuelo, todo por hacer el indio.

Pero claro, en estos tiempos sin carreras, sin archirrivales, con el chip que no pita, nos aferramos a nuestras propias historias, por muy malsanas, por muy viciadas, por muy recirculadas, por muy ahogadas que vayan bajo la mascarilla, para seguir respirando.

Hemos llegado a un punto en que casi ni nos acordamos de qué era aquello que tanto echábamos de menos, y aun así, no perdemos la esperanza, con ejemplos como el de Pepín Rioseco, un señor atleta el ferrolano, y desde ayer, Covid mediante, plusmarquista mundial de los 800 metros en la categoría de más de 80 años. Y con un registro que ni yo con veinte años menos. Todo un corte de mangas al paso inexorable del tiempo. ¡Bien, Pepín!

Eso es crecerse ante la adversidad y lo demás son cuentos.

Hemos de ser optimistas. Ya estamos más cerca de poder contarlo.


www.lavozdegalicia.es/...707898.htm





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Respostar citando Envío Lun, 10 Mai 2021, 21:53
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Pensábamos que esta vez sí, era el último mal de Correr en Galicia, pero afortunadamente hemos ido pudiendo hacernos con los mandos del aparato, y mediante un bypass cibernético, y después de llevarnos al probador todos los exploradores del mercado, hemos conseguido comunicarnos.

Algo así como en una de esas películas de catástrofes en el que al final, tras mucho reptar entre galerías de hierrajos retorcidos, das unos golpecitos a lo morse en una cañería y te son respondidos, cual un eco del más allá, por el equipo de salvamento de turno. Gente sana, como los de Hasselhoff, pero sin la silicona.

Como diría Rajoy, CenG sé fuerte!

Y para celebrarlo, me fui, cómo no, a darme un garbeo hasta la Lonia.
Pude ir sin mascarilla, pues ya no hay estado de alarma, pero mi religión me impide desprenderme del burkini bucal, en tanto que no me unjan con el elixir del ángel mensajero.

Es una lástima porque mi Feisbú ya se empieza a petar de fotos de eventos erótico-festivos del gremio de la zapatilla, y casi que dan ganas de sumarse a la verbena.

Sí, ir recuperando las viejas rutinas está chachi guay del paraguay, pero, jooooooooo, noooooo, tener que volver a afeitarme todos los días...



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Respostar citando Envío Sáb, 15 Mai 2021, 8:30
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Días después del último evento catastrófico de Correr en Galicia, y su enésima extinción masiva de foreros, por aquí seguimos.

Y mientras se levanta esta nube de incertidumbre y residuos informáticos radiactivos en suspensión, hemos de continuar relatando nuestros entrenos, porque no podemos guardárnoslos dentro. Tenemos que soltarlos fuera. Exteriorizarlos. Canalizar nuestra rabia atlética, pataleta lo más.

Fui pues a darme el habitual barniz de naturaleza selvática por el parque de la Lonia. Con este agua de mayo, todo está verde como las artes y oficios de Pajares Y Esteso, y da gusto formar parte de la avalancha de biomasa.

Saltar charcos orlados de fosforito polen, aún con mi demediada potencia de salto, es un placer infantil poco valorado y definitivamente una subcultura que jamás romperá su techo de cristal, pero mola un chorro.

La distancia recorrida fue pequeña, pero, en estos tiempos de crisis, en los que no sabemos si el Covid se va o se queda, si alquila o compra, si se lleva nuestra adorada web consigo al inframundo como trofeo de guerra y recuerdo de primera comunión, solo queda, como dice Meigalicix, resistir.

No hay duda de que no hay otra forma de afrontar el problema. Sementar, sementarei, o viño de clarear... A ver si se aclara un poco este turbio galimatías de hackers, servidores y puntas de capullo/a/e, que nos han dejado la página y los diarios hechos un oriente medio.



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Respostar citando Envío Lun, 17 Mai 2021, 13:11
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

La sesión de hoy comenzó con malas sensaciones. Malas hasta el punto de que no habiendo siquiera dejado atrás el viaducto ya pensaba en dar media vuelta y enfilar pa' casa... Y mañana será otro día.
Pero inesperadamente, subiendo a la pasarela de Oira, empecé a encontrarme mejor. Cosa milagrosa, oiga, el que una cuesta como esa me sacase del marasmo y la atonía, pero se ve que me puso las pilas.
A partir de ahí ya me fui creciendo y dándole rienda suelta a la zancada. Un "game changer" total.

La parte negativa (siempre hay una parte negativa) es que, con tanta furia y fuego desatada, me acabé haciendo pupita en un dedo del pie izquierdo. Siempre hay alguna bisagra que chirría, como en el anuncio de tres en uno, amén del delco húmedo, y la mirada sucia (tanto aceite quemado pasa factura), de Paco Costas.
¡Malditos rozamientos! (léase con la voz del gato Jinks).

Vamos mayores, para qué negarlo, pero el balance general de la mañana es de satisfacción. Salir a correr con esta espléndida climatología, con la naturaleza en pleno despiporre, y tiempo de sobra para refocilarse en ella, sigue siendo un placer que no tiene edad.
Podemos decir pues que la colección de primavera ha sido un éxito total en todas las pasarelas, de la del Ponte Vella a la de Oira.



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Respostar citando Envío Lun, 24 Mai 2021, 18:06
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

España es el país en el que se inventan los coches que funcionan con agua, donde se construyen rascacielos a los que les falta el hueco del ascensor, o, más recientemente, se echan al mar submarinos que no flotan.

A esas cagadas, tan nuestras, ya estamos acostumbrados. Es parte de nuestra idiosincrasia y lo pasamos de generación en generación con gusto y alegría.

Cierto es que a aquel edificio rarito de Benidorm no le faltaba en sí el hueco propiamente dicho del ascensor, sino el que había de ser para los motores que tiran de él de abajo a arriba, y lo tienen sujeto... Para el caso, tanto da, puesto que siempre existe la posibilidad de inventar una levitación magnética que funcione, por qué no, a base de fe, furia y gol de Señor.

Digamos que todas estas son cosas que no nos sorprenden, forman parte de nuestra cultura más arraigada y están ahí de toda la vida. Si desaparecieran hasta podríamos echarlas de menos, fíjate tú.

Lo que verdaderamente nos deja descolocados es cuando esas mismas cagadas las cometen otros. Y nos enervan mucho, porque claro, no las entendemos. Me refiero ahora a ese bebé hipotérmico, que cual narcolancha submarina, pretendía invadir en nombre del reino de Marruecos, las plazas de soberanía de la piel de toro, y todos nos palpamos los bolsillos: ¡Que nos vuelan la cartera!

Nadie se pone en los zapatos del otro, y ve la enorme caca que ha pisado el monarca alauí reconociendo a un estado matón y supremacista como Israel, que hace demoliciones en Gaza a domicilio y por sufragio universal.

Que deje colarse a unos cuantos millares de desharrapados, a hacerse una travesía a nado entre espigones de mala muerte, enrejados con material de escombrera, y sucias playas de gravilla, todo para desviar la atención, nos crispa y altera sobremanera, porque como ya he dicho, no estamos preparados para metabolizar los marrones ajenos.

Pero más aún es el caso cuando estos marrones provienen de gentes y lugares inesperados, y hasta tenidos incluso por inmunes a esa lacra. Esto es, cuando la mancha está en el mismo espejo de virtud en el que queremos vernos reflejados.
Y es que la reciente crisis de los microchips nos ha cogido a todos con el paso cambiado. Boquiabiertos estamos, ojipláticos. Las fábricas donde se manufacturan los cachivaches más listos y aplicados del planeta, de la noche a la mañana, paradas, mano sobre mano, por culpa de la ineficiencia, de la imprevisión, de la improvisación de... ¿españoles?. No. Surcoreanos, yanquis, taiwaneses, los alumnos aventajados de la clase. Los que nunca se equivocan. Los ojitos derechos de la seño.

Y claro, un servidor, que ora et labora en el gremio de la auto-emoción, se ve, de golpe y porrazo, con un panorama que le trae a la memoria recuerdos no precisamente añorados, y mucho menos felices, como fueron los de los meses de arresto domiciliario vividos durante el Gran Confinamiento.

Y aún así, con toda la incertidumbre, otra vez, que ello arrastra, y el miedo a quedarse, laboralmente hablando, a la luna de Valencia, sucede sin embargo que, tan cerca ya del verano, y con el estado de alarma finiquitado, pues como que huele, un poco, a vacaciones.

Sí, eso he dicho, a vacaciones. ¿Y que hace Papa-Léguas durante las vacaciones? Entrenar, entrenar y entrenar. En tres semanas rejuvenezco veinte años. Ese poquito que paso en el paraiso de las endorfinas me da para sobrellevar todo un año de malos hábitos y rigores sedentarios.

Es pues que si se confirma que la escasez de microchips va para largo, y seguramente lo hará - puesto que, yo no lo sabía, pero cada utilitario, hasta el más modosito de ellos, necesita, franco fábrica, como mínimo unos cincuenta - mi forma física, en contrapartida, nadará en la abundancia.

Y al revés que el año pasado tendré que darle las gracias a la "plandemia", y al efecto secundario que ha causado en la producción mundial de semiconductores, disparando la demanda de tabletas, ordenadores, consolas de videojuegos y demás martingalas ideadas para dejarnos idiotizados en casa, atontolinados delante de una pantalla, pegados como polillas a la luz tramposa de los megapíxeles. Que es mucho lo que se gasta en chips a nivel mundial por persona y año, y eso por no hablar ahora, no sé yo ya qué pensar, de los que nos esté inoculando Bill Gates con las vacunas.

Se ha dicho y se ha escrito tanto de la dominación de la especie humana por los robots, y ha acabado siendo todo más sutil, a escala micróscopica, con el sometimiento de nuestras neuronas al dictado y al capricho, al influjo omnímodo, de estos diminutos microprocesadores.

Pero claro, a razón de "dame veneno que quiero morir", no hay forma de suministrar su dosis de inteligencia artificial a tanto borrego.

Y aún está por ver que yo le saque algun provecho atlético a esta circunstancia, a este singular asueto desprogramado, bendición del cielo, y no sucumba, me too, la carne es débil, a la digitalización obsesivo-compulsiva de la estupidez humana.



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Papa-Léguas

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Sparkland
Respostar citando Envío Ven, 28 Mai 2021, 12:15
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Con el fin del estado de alarma, y la momentánea bonhomía de la pandemia, que ya parece hallarse en retirada, se me hace un poco absurdo seguir llevando todavía la mascarilla, pero el caso es que no la apeo.

Es una mascarilla buena, de marca, adidas para más señas, y no es que me haga más guapo, más alto, más joven o más delgado, pero tampoco lo contrario, y la verdad, ahora me da cierto pudor deshacerme de ella. El anonimato es, muchas veces, y cada día más, rara avis, todo un lujo en peligro de extinción.

Incluso tengo esa sensación de tirar a la basura algo útil, que sigue estando en buen estado, y que ha cumplido con éxito la misión de protegerme del Covid y de la ira apocalíptica de los balconazis; ya fuera no tanto de lo primero como de lo segundo.

Además, aunque lo he intentado, no consigo encontrarle un nuevo uso o aplicación que me permita reciclarla dignamente.
Una posibilidad sería recalificarla a boina de alto rendimiento, donde me protegería de la acción de los perjudiciales rayos solares en una razonable extensión del craneo, de hirsutismo menguante, así como, al ser mullida, del contacto y raspaduras de ramas bajas y otras agresiones medioambientales por determinar.

También podría utilizarla como prenda íntima, para dar realce y firmeza a mis contornos. Es muy posible que se me achicharrasen, sobre todo ahora que viene el calor, pero desde luego no es siquiera comparable a lo que ganaría en confianza en mí mismo, independencia e inclusión social, más allá de estereotipos y barreras de género.

Me convertiría en el Borat de la Lonia, escandalizando a toda la flora y fauna del parque, por otra parte no poco cansada ya de mí.

De hecho, bendito parque, paulatinamente lo he ido convirtiendo en mi segunda casa, y lugar oficial de purgar excesos alimentarios y estreses laborales; con resultados más bien desiguales, pero razonablemente satisfactorios, según el día.

Ayer tocó tirar del cuerpo e ir desgranando las zancadas con las piernas, y la cabeza, idéntica y copiosamente cargadas, en un puro ejercicio de estajanovismo músculo-esquelético. Llené el parque de humos negros, metafóricamente hablando, lixiviados sin tratar y otros fangos altamente contaminantes, pero salí como un jaspe.

Este parque es una explotación a cielo abierto en la que a golpe de martillo neumático y carga dinamitera reduzco mis demonios internos a calidades diversas de cantería ornamental.

Si bien, esta "longa noite de pedra" de la pandemia, parece ya por fin asomarse a sus horas finales, y en el horizonte se perfila el vívido resplandor de las primeras luces del alba, con la carrera del Cabo Udra ya anunciada en ChampionchipNorte.

¿Hemos de lanzar las campanas al vuelo? No lo sé.
Tal vez aún sea pronto, o quizás no.

Cuanta falta me haría disponer yo también, aquí, en mi diario, de una voz en off preclara y omnisciente, como la que se despacha en otros, la cual, desde escarpadas atalayas morales y en posesión de sabidurías plenipotenciarias, me guíase, aleccionase y reconviniese, confrontándome con mi pueril y fantasiosa percepción de la realidad.
Se conoce que dosifica sus perlas de ingenio, o bien que, sencillamente, la causa papalegüense no le merece ni el más mínimo conato de bostezo.

- ¡Paniagua! ¿Has terminado ya el informe del entrenamiento? ¡Tenía que estar encima de mi mesa antes de las doce!

La cruda realidad de las voces en off es, desafortunadamente, que cualquiera puede ejercer de tal. Ni siquiera hay que sacarse un carné o titulación, certificado o pliego de condiciones, acta bautismal o declaración de zona catastrófica. Y encima de escucharla con mucha atención, hay que luego invitarla al refrigerio.

Dicho clara y llanamente, qué bien estamos sin ella.

Y además siempre podemos echar mano de una cita, al caso, de un gran pensador o pensadora, como Hannah Arendt, "nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública", para ilustrar, clara y diáfanamente, nuestra necesidad de carreras, y su contraejemplo descarnado, con trastorno bipolar agudo, en el rictus de De Gea y sus penas máximas.

Termino ya si acaso mi intervención con las estadísticas del entrenamiento, que, con el chip del Ciripolen buscándose interiormente a sí mismo, arroja unos guarismos de, decimal arriba, decimal abajo... Siga atento a su terminal, en breve le atenderá una de nuestras operadoras...





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DoctorSlump

Foreiro Gatuno
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O Xibao, Tomiño
Respostar citando Envío Ven, 28 Mai 2021, 12:28
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Papa-Léguas escribió:
Cuanta falta me haría disponer yo también, aquí, en mi diario, de una voz en off preclara y omnisciente, como la que se despacha en otros, la cual, desde escarpadas atalayas morales y en posesión de sabidurías plenipotenciarias, me guíase...

- Tienes varias tildes mal puestas o ausentes.
- Qué bien estaba sin ti, Voz en Off.

Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
freakyrunning

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Respostar citando Envío Ven, 28 Mai 2021, 16:29
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

DoctorSlump escribió:
Papa-Léguas escribió:
Cuanta falta me haría disponer yo también, aquí, en mi diario, de una voz en off preclara y omnisciente, como la que se despacha en otros, la cual, desde escarpadas atalayas morales y en posesión de sabidurías plenipotenciarias, me guíase...

- Tienes varias tildes mal puestas o ausentes.
- Qué bien estaba sin ti, Voz en Off.

Sí. La ortografía fatal. "Hallarse" es con igriega, no?

Ese es el problema de los navegadores piratas, que el corrector está configurado en inglés y no ayuda, Papa.
Papa-Léguas

Super Veterano
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Sparkland
Respostar citando Envío Sáb, 29 Mai 2021, 14:20
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Freaky, Gran Micho... Los dos pasáis por alto lo realmente importante...



Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
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Sparkland
Respostar citando Envío Dom, 06 Xuñ 2021, 13:09
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Este sábado, otra vez, aproveché la buena tarde que hacía para salir a minar criptoendorfinas. Una actividad que aún no sé muy bien si me aporta valor alguno o es puramente especulativa, a expensas de que se concreten las próximas carreras anunciadas, Cabo Udra, Leiro, etc...

No vamos a poner el carro delante de los bueyes, pero es indudable de que ahora si tiene sentido embarcarse en un plan de mejora de la forma física, claudicante a todo lo largo de este año y medio de "plandemia".

Así que entendí que no podía contentarme con hacer la típica visita de cortesía al parque de la Lonia, y que debía dar unas cuantas vuelta más de las habituales, disfrutando claro está de su privilegiado entorno, en donde los calores incipientes de Sparkland, entre la humedad del río y lo frondoso de la arboleda, parecen disiparse.

Esto, sin embargo, atrajo también a muchos paseantes y sus mascotas, que no es que me supongan una terrible molestia en sí, pero que tienen el indeseable efecto secundario de espantar a los conejos.

Hace mucho tiempo ya que no avisto ninguno, y ello me produce gran pesar. Sobre todo cuando veo programas en la tele como el del viernes en la Sexta, Equipo de investigación, en el que los califican de plaga y se habla de su erradicación con cebos envenenados. Pues no, no me haría ninguna gracia. Tal vez en la mediana de la M30 o en los taludes del AVE causen daños y puedan llegar a ser peligrosos, pero aquí, en un parque semi rural... ¡Por favor!

Pienso en su ausencia y en lo mucho que los echaría de menos, y me imagino a mí mismo en una situación parecida a como cuando le soltaban a Franco las perdices al lado para que les disparara, y, francamente, tales ensoñaciones, de las muchas en las que me prodigo a lo largo del día, no son mis favoritas.

También se da el caso de que la hierba está muy alta, y eso impide la visión, amén de que matogrosso me ha prevenido que no me arrime mucho a la maleza por si las culebras. El vio una hace poco cruzando el camino, y, aparentemente, lo ha traumatizado. Recordándome el caso, típico del que se hace eco la prensa local, de una señora a la que le mordió una, dejándole la pierna como la de un probiscidio. Y no un día o dos, sino para los restos.

Hay que tener cuidado con estas cosas, desde luego, pero nunca se sabe dónde la tiene cada uno; dónde le espera el mordisco del perro, el resbalón, la rotura de fibras, o como diría la Ayuso, cruzarte con tu ex...

En fin, en cualquier caso, prefiero centrarme en lo positivo. El lunes me vacunan, y ahora sí, realmente siento que le estoy poniéndo mi aportación, mi granito de arena, al final de esta pesadilla, en la forma de un clavo en el ataud del Covid. Siempre, naturalmente, que no sufra ningún trombo, o cualquier otra reacción adversa, que invierta dramáticamente las tornas.

Pero bueno, no soy yo muy "reaccionario" que digamos, así que espero que todo vaya como la seda, o, al menos, enfocándolo en mis propios intereses y aficiones, como el poliéster fosforito.

Será una experiencia nueva, a la que voy, además de con la sempiterna mascarilla, con los ojos vendados. No sé si me inocularán "finser", "janser", "astragénica" o "lamoderna", y ni si el chip de Bill Gates me pitará en las alfombras cuando regrese a las carreras, si regreso, claro...

Este año y medio desastroso me han socavado todas las seguridades y esperanzas que pudiera tener puestas en el futuro, e incluso en lo relativo a mi propia visión del mundo y la realidad, hasta el punto de que, mira, hablan ahora del Pentágono que han visto no se qué de unos ovnis revoloteando por ahí y, oye, ¿te lo quieres creer?, que he ido corriendo al váter a ver cómo estábamos de papel higiénico...





Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
freakyrunning

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Respostar citando Envío Dom, 06 Xuñ 2021, 18:08
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Yo voy el viernes Papa. Les he dicho que las agujas me sientan mal, que me desmayo, que soy persona de más de noventa kilos, sensible, con posibilidad de perder el conocimiento y darme algún golpe en la cabeza.

El resultado a estas advertencias suelen pasar por un par de maromos en plan placaje a los lados, un vasito de Isostar, y unos pastelitos de crema.

Así que no me preocupo por la marca.

Tú diles así, y a costa del contribuyente meriendas.
Papa-Léguas

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Sparkland
Respostar citando Envío Mar, 08 Xuñ 2021, 17:38
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)

Qué tal Freaky,

¿Te cuento mi experiencia con la "janser" y los disturbios que provocaron en mi organismo los adenovirus de chimpancé mutantes, o dejo que te sorprendan?

En fin, lo que está claro es que esta entradilla del diario es 0% en materia atlética, y fundamentalmente versa sobre reacciones medicamentosas adversas.

Estimados lectores: Si os van a poner como a mí la vacuna barata, la del tercer mundo, la de aquellos cuya vida vale menos que la bala, y donde te meten droga en el cubata para extraerte los órganos y traficar con ellos, o experimentar con gemelos idénticos y cosechas de transgénicos, esto os interesa.

Preparaos, como ya digo, para una nochecita toledana con dolores musculares en tronco y extremidades, que recuerdan a agujetas mastodónticas, fibrícula tirando a fiebre, escalofríos de todos los tamaños y texturas, presión en el pecho, pulso acelerado, dolor de cabeza y rigidez del cuello. Del brazo ensartado ya no hablo porque será como el centro neurálgico desde el que se distribuye el dolor a todo el cuerpo. Por supuesto no podréis acostaros de su lado, ni mucho menos pegar ojo.

Me levanté tres veces a mear y en la última me hinqué un botellín de cacao maravillao (batido de leche), que yo creo que fue mano de santo, porque en ese momento estaba perjudicadísimo y pensando ya en "por si casco, al menos no voy a dejar de darme este capricho", y curiosamente, al rato, todo el malestar desapareció como si alguien hubiese tirado de un cable y le hubieran cortado la corriente. Una cosa que jamás me había pasado antes con ninguna gripe, ni resfriado, ni faringitis... El suero láctico haciendo su pequeño milagrito pseudocientífico.



El proceso en sí de vacunación fue aséptico en todos los sentidos, y muy maquinal. El "vampiro" que me picó, me habló con voz de "deje su respuesta al oir el pitido" y una vez descargó sus fluidos dentro de mí, me largó sin contemplaciones. Cero romanticismo, señora.

En fin, espero que os sirva de algo mi experiencia, si como a mí os ponen la vacuna de los parias.



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