Lun, 15 Mar 2021, 19:30
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Siempre que salgo a correr y por la calle me cruzo con un negro, siempre me hago la misma pregunta: ¿Y qué pensará de mi este tío, de un blanco haciendo un deporte de negros?
Porque no nos engañemos, en las distancias en que se suelen mover las carreras populares, por encima de los 5 kms, los etíopes, keniatas y ugandeses son imbatibles. Son otro planeta.
Racismos aparte, y dios me libre de serlo o me castigue si lo soy, un blanco en una carrera de fondo es una condena al fracaso, un corderillo que va al matadero, un coger las cosas por donde queman.
Viene esto a cuento de la polémica de los duques de Sussex, pero también del presunto acoso y derribo que está sufriendo, ese colectivo humano, pobrecitos de nosotros, socialmente abocados a la marginación futura, de los hombres blancos heterosexuales y ricachones.
Claro que yo no estoy muy seguro de pertenecer a ese grupo, y es que, como decía Einstein (¿Era Einstein?) todo es relativo.
Para un estadounidense, desde luego, lo de blanco sería muy discutible. De hecho, en la gala de nominación a los “óscares”, a Antonio Banderas lo calificaron, sin sonrojo de ningún tipo, de persona de color, aunque, también, todo sea dicho, de Pau Gasol jamás se suscitó tal duda, y también es del terruño...
El caso es que yo, personalmente, me veo más próximo genéticamente a Banderas que a Gasol, al menos por lo que respecta a la apariencia física, claro que, una lástima, sin la apostura-galanura-chispa-duende del malagueño.
Y de ahí salto al segundo punto, el de la condición masculina, porque también admite matices, y depende del sistema de referencia que se tome. Para Elsa Pataky, desde luego, habría pocas dudas: ¿É esto un home? Esto é un bicho!
Un juicio en el que, extraña e inextricablemente, coincidiría con la señora Minducha, pero que, en cualquier caso, refuerza mi argumento.
Y por último está la cuestión de la heterosexualidad. ¿Hasta donde nos alcanza para cubrir gastos con la heterosexualidad?
Pongámonos en la situación hipotética, y dramática, de que solo quedaran tres mujeres en el mundo, y fuera yo el único en condiciones de asegurar la procreación de una siguiente camada de personitas. Estas tres agraciadas doncellas siendo Belén Esteban, Pilar Rahola y ya como gran virguería, echando la casa por la ventana, Ana Mato y su jaguar.
Pues está claro que lo único que evitaría la extinción sería, no ya los apetitos carnales teóricamente atribuibles a mi orientación, sino algo más parecido al amor conyugal que predica la Conferencia Episcopal Española.
Y en cuanto a lo de rico, pues, entiendo que mientras Hacienda me siga todos los años devolviendo dinero, es una etiqueta que no me voy a poder colgar, ni aún en las rebajas.
Vamos, que en la lista de Forbes, no aparezco ni en los dnf.
Digo por tanto que, ya que yo no me siento concernido por esta conspiración para acabar con el macho patriarcal caucasiano y pagafantas, difícilmente tampoco me sumo a la del coronavirus, que también me convertiría, por añadidura, en el objeto de deseo de oscuros poderes en la sombra, ansiosos de acabar con mi libertina forma de vida, my way of life of doing what comes from the saints bollocks of the latter-days, sellado con el arrepentimiento total, irreversible y verificado, y un almibarado regreso al redil.
No, ni somos los que estamos, ni estamos los que somos.
Poca desgracia es para mí de hecho esto del Covid, que sólo me quita del ocio de las carreras, y las soberanas palizas que me llevaba en ellas, y un poquito de aire, no tanto, que ni siquiera iba a respirar agradecidamente, como es de bien nacidos.
Además, ya me he acostumbrado a correr con mascarilla, y cuando veo que me falta, hago como Velázquez en el cuadro de las meninas; lo pinto.
Incluso cuando paso por delante de la terraza del centro comercial y veo a todo el mundo con ella bajada, la mantengo en ristre. Así soy de cumplidor.
Tal vez la pena que debiera sentir por el gremio de la hostelería, al que, de todas formas, no soy demasiado afín, me condicione un poco. Aunque lo verdaderamente trágico no es que el principal sector económico del país esté al borde del abismo por culpa de la pandemia, sino que, eso, que sea el principal sector económico del país…
En fin, perdonad por el rollo, pero ir todos los días por el mismo sitio, al mismo trote borriquero, y sin mayores motivaciones en lontananza, da para poca endorfina y mucha neurona quemada.
7,5 kilómetros domingueros, insípidos, sin luz del sol, sin gente, sin conejos, con dos perros que, incluso con la desfachatez de hacer el ademán de ignorarme, se me cruzaron al paso, tratando de derribarme… Tratando, rastreramente, de hacerme besar la lona...
¡Ellos, ellos son los que están detrás de todo!
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.