Lun, 07 Dec 2020, 20:41
Asunto: Re: Diario de Freaky (indecencia y fondo)
Nando y 101: Ahí os salieron los puristas del running. Expresiones como "esos runners" pueden ofender a mucha gente. Tenéis que tener cuidado con los lobbies, que os meten un puro por ofensas al sentimiento deportivo.
Pedid disculpas ya.
Sigo. Más o menos en la misma línea de semi-capacidad. Hice poco el sábado, 53 minutos de core en casa, tabla 34, y tabla 30 reducida a la mitad.
Ayer domingo, volví a Oza, en el mismo momento que el otro día. A las 7 de la tarde, de domingo, en medio de puente, casi sin viento, pero a contrapartida una manta pesada de agua, bastante fina, de esas que mojan hasta los charcos.
Supongo que hay mucha gente que no conoce el circuito de Oza. Oza era una cala pegada a unos astilleros. Los astilleros son más bien de la época franquista, no hubo reparo en fumarse una playa que en su momento sirvió de base militar inglesa al sitio de la ciudad. Sí, aquella historia de María Pita, de los perros ingleses, ya saben. Se pusieron unos astilleros que aún permanecen hoy, y se hizo un relleno "ecológico" en la pequeña cala que había a su derecha. Una vez hecho el relleno, hicieron un paseo marítimo y crearon de la nada lo que hoy es la playa nueva de Oza. La letra pequeña de esta operación fueron unos puertos deportivos que, por duplicado, aparecieron en la zona, lo más cerca posible del aparcamiento. La Playa se colocó lejos, y gracias a ese criterio anti-usuario tan común en las operaciones urbanísticas clásicas, hoy hay un paseo de unos 500 metros hasta ella, parte de tierra, parte carril bici y parte pedra. La playa se enclaustra entre dos diques de 100 m de largo donde hay una especie de parque infantil en uno, una base deportiva del Concello para remo en el otro, esta última también lo más lejos posible del meollo. Visto desde arriba es una igriega gigante que si recorres completa por dos veces suma 1800 m en tierra blandita de charco.
El problema a las 7 de la tarde de diciembre es la iluminación. Sólo hay farolas en la lengua de tierra que llega a la playa. El resto es oscuro, no totalmente, pero muy dado a materiales variados. Hice la ida desde la Casa del Mar en Cuatro Caminos hasta el principio de la lengua de tierra, 1,9 km, a 5:33. Después hice tres vueltas de 1,8 km cada una parando para estirar el semitendinoso. Salieron mejor y no me encontré la sensación de entrenos anteriores ir para atrás. Cierta mejoría. Las vueltas salieron en 5:29, 5:18 y 5:13. Todo en mojado, en charcos, en húmedo y en oscuro. Estoy aprovechando que tengo posibilidad de hacer estos entrenos, a estas horas, que hacía años (desde mi paternidad) que no podía hacer, relegándome únicamente a las mañanas libres de criaturas (algunas de ellas).
Tres materiales de los buenos:
1º) Más o menos en la primera vuelta aparece un tipo enorme, cuando digo enorme hablo de un fulano de 160 kg como mínimo. En camiseta de tirantes, chanclas, y un pantaca de boxeador. Según lo veo, mi mente empieza a trabajar. De entrada lo observo como una amenaza en toda regla: un violador de corredores purilos, un asesino por deporte... todo cabe con ese perfil. Me doy cuenta que, por muy lesionado que yo esté, ese tremendo gigante nunca podría ser capaz de correr como dice el diccionario, poner una pierna tras otra y saltar, con lo que me siento seguro en mi integridad, mientras el semitendinoso no se escaralle en latigazo. En la segunda vuelta observo que el payo es del gimnasio de los pretorianos, tema ya tratado en este diario, y en la Voz de Galicia, y en la mitad de la prensa seria de este país en pleno confinamiento. Lo de la camiseta aumenta mucho más mi curiosidad. Veo que el tío se interna en la oscuridad de la playa así, en pantaca y camiseta. Lo pierdo de vista hasta la tercera vuelta. Es ahí cuando veo una luz intermitente en el mar. El pretoriano se está bañando en el mar, en diciembre, con una señal de esas por satélite a lo Jason Bourne. No lo distingo, pues la oscuridad sólo deja ver las olas de la playa, pero en el medio de la bahía, no en la playa, a unos 100 metros mar adentro está el pretoriano. Nadando desnudo, en soledad, cantando himnos a Gladiator (esta última es ficción propia, que no me digan luego). Todo lo que yo pueda hacer con mi neopreno, con mis charcos y mis mierdas, incluso si un día se me da por subir un cortafuegos del Barbanza, todo es poco comparado con el pretoriano.
2º) Más o menos en la primera vuelta distingo algo en la oscuridad. Inmediatamente me viene a la cabeza la escena de marras:
www.youtube.com/watch?v=bpn1QtMoL7E
El Moorwen tenía la lucecita roja. Esta lucecita es verde fosforito y se mueve por el campo oscuro, en plena oscuridad negra, negra sombra. De entrada pensé en un árbol de navidad apostado en la base de remeros del concello, pero se movía el árbol. Después pensé en el cuadro de mandos de una alarma o algo así en plan disuasorio para esa base de remo. Al llegar en la segunda vuelta, volví a ver el puñetero fosforito. El problema es que de esta segunda vez se acercaba a mí directamente. Volví a pensar en el Moorwen de los cojones, y se me empezaron a poner de corbata cuando escuche los pasos de una bestia acercándose decidida a moderme mis andrajosos Mizuno. Era un pequinés con esos collares luminosos que, aunque ya es el tercero que veo, no tengo interiorizados. Precisamente por llegarme el ladrido a lo más profundo de mi corazón, por haberme hecho pegar el salto que da el Silvestre de la Warner, por no tener ningún reparo en joderme (más) las zapas, traté de darle una patada. De las sombras, emergió la voz previsible: "No hace nada". "Ya, ya...", mientras yo trataba por una segunda vez de alcanzarle en el hociquito a aquella preciosa criatura.
3º Ya de vuelta. La vuelta fue a 5:13. Mientras volvía por la Recta del Puerto desierta, corriendo de hecho por el medio del carril sentido Oleiros, me di cuenta de un nuevo uso que se le hacía a la famosa Recta del Puerto. La recta supone la peor parte de la media maratón C21, y de la ya extinta maratón atlántica C42. Quien te ha visto y quien te ve, en domingo de tarde lluviosa, un auténtico lugar para la depresión y la apocalipsis. Observo desde la lejanía de los 750 metros de la recta, cuatro luces. Las luces se acercan a una velocidad considerablemente superior a los 40 km/h que limita la DGT. Prudentemente me subo a la acera. Un Golf preparado al estilo Fast & Furious y un Carrera 911 antiguo en un duelo al estilo de Dom Toretto. De entrada me pareció una cosa improvisada, un calentón. Hasta que los tipos dieron la vuelta en la glorieta del muelle y volvieron a pasarme en el sentido que yo llevaba. Me fijé en sus caras. No voy a decir que este viejales que escribe podía ser hijo de ambos conductores, pero casi.
Señores mayores con sus juguetitos.
Al final, un entreno estresante por el contenido, relajante por el continente. 9,20 km, a 5:21 de media, con tres paradas.
Cierro:
Fuerza - 5 horas, sesiones.
Natación - 3000 m a 2:06, una sesión.
Ciclismo - 46 km a 2:27, una sesión.
Carrera - 24 km a 5:37, tres sesiones.
Neto de 10 horas.
Cambio a los entrenos habituales, con conservadurismo en los ritmos. Creo que ya le toca.