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El Correo Papalegüense (edición online)
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Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Dom, 15 Mar 2020, 8:45
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Pues sí, correlegas, como reza el nuevo subtítulo, el Papalegüense pasa a ser a partir de hoy, y hasta nueva orden, un diario de no entrenos.

La idea es poco más o menos que convertirme en un calco de Lihto, preguntando, día sí, día también, por el circuito. Pero yo me dirigiré al Admin de los admines, que mora en el cielo de los administradores, y lo haré, ya no interpelándolo por el circuito, sino por el running en su totalidad.

Es gracioso, incluso hace una semana acudíamos a aquella carrera ilusoriamente llamada “Soy libre para correr”, y, amigo Papa-Léguas, mírate en lo que has acabado... Acumulando horas y más horas de inactividad, sedentarismo, y de espantar moscas con el rabo.

Será un milagro si no salgo de esta con la planta y galanura de Jabba the hutt.
Esperemos que no dure mucho esta situación. Por el momento ya son dos los días que llevo pasados de mi habitual planificación, y cuando esto sucede, me tengo que enfrentar a consecuencias indeseables, como, por citar tan solo las que mejor conozco, episodios dramáticos de estreñimiento, calambres salvajes en las piernas por la noche y en mitad del sueño, amén de falta de ganas de vivir y otras inapetencias.

Tiene gracia, ahora que el papel higiénico se ha convertido en reserva de valor, y bien estratégico de primer orden, por encima del franco suizo, el oro, el uranio enriquecido, o las mascarillas antiedad de L'Oreal, que yo no lo vaya a necesitar demasiado...

Decir también ahora, que envidio, en este momento más que nunca, a los que viven en el rural, y pueden echarse al monte, saliendo a correr a hurtadillas por alguno de esos sitios que conocen bien, a los que el coronavirus jamás llegará, por mucho empeño que le ponga.

Yo, por miedo a las multas, al contagio, o a que simplemente alguien me llame la atención, (cargado de razón, vaya eso por delante), me limitaré a seguir con mi enclaustramiento forzoso. Un retiro monacal que, sin embargo, no me quita de tener que ir al curro, pues al parecer, el Tío Sam me necesita. Bueno, el pariente pobre del Tío Sam.

Por último, cierro este comunicado, que espero que de principio a fin hayáis leído poniéndole mentalmente voz de Pedro Sánchez (otro discursito más de este señor y os juro que meto la cabeza en el microondas y le doy bien de cuerda a la ruedecilla), sumándome en diferido al aplauso que ayer dedicamos a los héroes de la sanidad, los supermercados, etcétera...

En ningún caso me gustaría que el coronavirus interpretase que se le aplaude a él, como sucedió aquella vez con Ronaldinho en el Bernabéu, de infausto recuerdo, aunque, para que os lo voy a negar, el que un bichito tan pequeño haya sido capaz de poner el mundo patas arriba, no es para menos.



Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Dom, 22 Mar 2020, 19:41
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Día 888 de la cuarentena.

Miro a través de la ventana, y mis pupilas se detienen sobre una paloma que se ha posado en la terraza de enfrente. Quiero comprobar si lleva una ramita de olivo en el pico, pero una señora al borde de la histeria, y con medio cuerpo en vilo sobre el abismo, ha salido a hacer aspavientos y palmas, y la ha espantado.

No es la hora del aplauso ritual al dios Covid, pero comprendo que haya perdido la noción del tiempo. Yo tampoco sé ahora mismo, y tal vez sea porque la luz exterior me ciega, si es de día o de noche.

El dragón chino que quiere comerse el sol se ha quedado a vivir entre nosotros, y las caceroladas le aburren, pero díselo tú a aquella pobre del 9º B, que canta el “resistiré” con lágrimas en los ojos.

Contemplar de nuevo el derrumbe a fuego lento de la civilización no me satisface, y prefiero regresar al calor de mi purgatorio, antiguo hogar.
Recuerdo cuando practicaba una afición que se llamaba correr, y estaba convencido de que aquello me hacía feliz. ¿Cómo era? Primero se ponía delante la pierna derecha y luego… No. Primero era la izquierda…

No quiero pensar en ello. Al menos, eso sí, estoy seguro de que he conseguido inmunizarme ante la desesperación. El día que se acabó el último rollo de papel higiénico, aquel irreductible pedacito del tamaño de un sello de correos, me juré a mi mismo que nunca volvería a sufrir por los problemas materiales.

Ahora todo me importa un bledo. Me levanto y me vuelvo a acostar. Ni me preocupa que mi cuerpo se haya convertido en mero soporte vital de un cerebro que practica la violencia doméstica sobre sí mismo. He de cortarle el suministro, pero no sé cómo.

En la tele, Fernando Simón, que, ante el vacío de poder, tras la huida hacia el exilio de la monarquía saudí, ha asumido la regencia de El País, dicta nuevas medidas que endurecen aún más el confinamiento. Ya no se podrá tirar de la cadena, pues el virus adora los remolinos de agua y excrementos. Desgraciadamente nadie sabe aún que método se empleará en adelante para deshacerse del problema, pero varios grupos de expertos internacionales trabajan paralelamente, y en dura competencia, para encontrarla.

Este virus ha acabado con Papa-Léguas. Tanto es así que he juntado un montoncito de deportivas raídas y le he construido un pequeño templo. Allí dónde esté espero que por fin sea libre.

Que el olor de la hierba recién cortada le acompañe, y los conejos salgan a su paso, celebrando con sus saltitos su ya nunca más perturbada amistad. Descansa en paz, mi bienamado hámster.

Hace tiempo que los que predicaban las tablas del fitness han desertado de su fe. Nunca vi en ellos otra cosa que superchería. No se querían resignar al fin, a su obsolescencia deportiva. Pero no los culpo, vivíamos engañados.

Escribo está última frase con la duda de si hacer un esfuerzo gigante de voluntad y ponerme a andar de pared a pared, o si beberme otro batido de chocolate. Tal vez haga las dos cosas. El circuito del pasillo de mi casa, que es un poco como el gran premio de Montecarlo, pero sin yates, no ofrece muchas oportunidades de meter el “drs”.

Sí, definitivamente puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo.



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Andrés61

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Respostar citando Envío Lun, 23 Mar 2020, 18:21
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Maestro.... Todavía queda esperanza.
No dejes de escribir Amigo
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Mar, 24 Mar 2020, 7:59
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Cuando todo esto termine estimado amigo 61, seguramente se organicen carreras por todo el mundo de gratitud y reconocimiento hacia los heroicos profesionales de la salud. Confío en verle en alguna de las de por aquí.
Sepa, sin embargo, que su condición de tal, no cursa en lo relativo a mi persona con ventaja añadida alguna, y que me partiré el pecho para ganarle, y obligarle a morder el polvo, así como a reconocer mi superioridad atlética imprescriptible.
No lo dude ni por un momento. Antepondré mi interés particular a cualquier otra consideración, y no me temblará la zapatilla llegado el momento. Cuento con la bajeza moral necesaria para llevar adelante este propósito, y no hay forma alguna de que nadie o nada pueda impedirme el disponer de ella a mi discreción; de manera que, usted y otros como usted, están avisados.
Un abrazo. Angel

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Andrés61

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Respostar citando Envío Mar, 24 Mar 2020, 12:51
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

No esperaba menos de Vd Maestro.
Los que se están partiendo el pecho son los profesionales que están en primera línea (Servicios de Urgencias...). Varios contagiados (En Ferrol, al menos, nada grave (Son jóvenes y fuertes), estarán en Aislamiento domiciliario y poco más (espero). Pero eso implica que hay menos profesionales para atender a presentes y Ay me temo... Muchos Futuros Pacientes...
Con mascarillas contadas, de las malas... Hay que ver aquello. Yo voy a Urgencias acojonado. Pero procuro no pensar demasiado en ello.
De esta saldremos Amigo. Gordos y desentrenados pero saldremos.
Ánimo a Vd y a sus numerosos lectores (Gente de Indudable Buen Gusto)
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Xov, 26 Mar 2020, 23:01
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

El tiempo sigue pasando, pero al confinamiento sigue sin vérsele la luz al final del túnel.

Son muchos días ya de inactividad, y no puedo dejar de pensar en los primeros momentos de Julian Assange en la embajada londinense de Ecuador, cuando seguramente pensaba que el embrollo se solucionaría en cosa de unas semanas.

Por eso que, aunque reacio al principio, y siempre teniendo en mente al sujeto que se hizo un maratón en la terraza de su casa, un santo varón, me lancé a probar las bondades del running homemade.

Y, en fin, ¿qué se puede decir de esta experiencia emocionante, alucinante, chispeante…? De no ser por la lucha contra las comorbilidades que lleva aparejado el sedentarismo, tan ricamente me hubiera bajado del tiovivo a la tercera vuelta, y a otra cosa mariposa, pero, bueno, así vienen dadas, y hay que buscarse las isotónicas.

Como curiosidad, decir que, al ser este un primer entreno de tanteo, no me he preocupado mucho de saber la distancia recorrida, aparte de que el Ciripolen no se pone a lo suyo en cautividad. Eso sí, he estado pendiente de lo que duraba la sesión, que hice coincidir con unos 45 minutos, minuto arriba, minuto abajo, y que, en cualquier caso, es, a todos los efectos, mi mejor marca personal de todos los tiempos en pista cubierta.

Esto me sirve además de referencia futura para los próximos entrenamientos indoor, toda vez que haga una medición más exacta del “lentódromo”, lo cual me permitirá definirme en mis tradicionales tablas comparativas de animales.
Si bien, las categorías, por la propia naturaleza de la situación, se reducirán exclusivamente a dos: Murciélago y pangolín.

Hoy, a juzgar por los ritmos, y por lo timorato de las tumbadas en las curvas de herradura, creo que he debido quedarme en pangolín. Sí, he sido un poco pangolín, para qué nos vamos a engañar.

Lamentablemente, no me he podido subir a los pianos, la nuestra no es una mansión de alta alcurnia, pero no descarto que en una de esas pasadas por el salón, me enrede con el asa de la funda de la guitarra de mi padre, y acabe poniéndole la pierna encima al susodicho instrumento.

En fin, poco más que añadir. Esto es como la cola cero de marca blanca de un hipermercado, hay que estar muy desesperado de la vida, para echársela al carrito, pero es que en el fondo así es como estamos, y la buena noticia, es que aún podríamos estar peor.

Dios mío, qué castigo. Pienso de nuevo en Assange, y en que muy probablemente ni nos hayamos acercado todavía al ecuador de la pandemia.



Assange: Resistiré, erguido frente a todo...



Assange, 7 years later: Nooooo, a la calle no, que soy grupo de riesgoooo...

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Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Lun, 30 Mar 2020, 13:06
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

El tiempo pasará, decía Sam.
Pero no parece que lo haga a la velocidad de siempre ¿no es cierto? Casi se diría que vivimos en un paréntesis. Por cierto, sabíais que este signo gráfico, el paréntesis, se utiliza en todas las lenguas a lo largo y ancho del mundo. Una pequeñez, desde luego, pero universalmente compartida, como el coronavirus.
De igual modo, correr por dentro de casa también es un paréntesis, o unos corchetes, o unas llaves… Aunque ahora que lo pienso, unas llaves que nunca te vas a dejar en casa al salir a correr. No todo son desventajas.

Dado que en mi estreno como corredor de puertas para adentro tampoco me fue tan mal, decidí repetir la experiencia. Pero esta segunda vez la cosa ya fue un poquito peor. El andar zigzagueando por entre los muebles y los marcos de las puertas, percheros y paragüeros, ya no tenía ese tinte especial de rito iniciático. Es más, como toda segunda vez en todo, uno comienza a ser verdaderamente consciente de dónde le aprieta el zapato.

Así, el incordio se había duplicado en lo que parece adoptar, él también, la forma de una gráfica exponencial. Es decir, si hoy ya me parece que ha aumentado, dentro de un par de semanas más, un despelote.

Atrás quedaba la soltura de ir sorteando obstáculos a lo barrilete cósmico. En esta ocasión, las esquinas y aristas del inmueble no dudaron en repeler, con anticuerpos, las más de mis incursiones. Casi tenía que moverme como las fichas del backgamon.

A eso ha de sumársele el efecto de trepidación que provoca mi trote sobre la planchada de hormigón, y el consecuente miedo a que se venga abajo el edificio. El otro día no lo percibí, pero, es evidente que hay una carga dinámica permanente que pone a prueba la resistencia de los materiales, y que, en un momento dado, no lo quiera dios, tanto zapatazo de por medio, pudiera acercarse a la frecuencia de resonancia.

Además, yo no soy precisamente Konstanze Klosterhalfen, y menos aún en estos días de cuarentena, en los que tengo un apetito desenfrenado y el metabolismo al paso de la burra.

Como dato estadístico para los amantes de las cifras desnudas, consignaré un pobre balance de 45 minutos. Exactamente los mismos que el primer día.
Tenía la intención de corregirlos y ampliarlos, pero me resultó de todo punto imposible.

La realidad es que estos entrenos enlatados son una auténtica lata. Ojalá pase pronto todo esto, que no sé cuando será. Lo que si tengo muy claro es que cuando coja una buena galopada al aire libre va a ser la felicidad absoluta. Seamos positivos.



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Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Xov, 02 Abr 2020, 9:14
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Bueno, pues aquí seguimos. Reconvertidos, por la fuerza de los hechos, a niño burbuja con progeria.
Y todo por evitar contraer esa otra enfermedad, la del cuñadovirus, que por lo visto tampoco respeta demasiado a los jóvenes, entre los que, por cierto, tampoco uno se cuenta.

En general, contraer cosas, sea lo que sea que se contraiga, es ya malo de por sí, y tiene un efecto demoledor sobre la juventud de la que uno goce o crea que goza.
De lo que no cabe duda es que la única manera de contener la pérdida de la lozanía, inexorable, o al menos atenuarla, es por medio del deporte. En estos días, por tanto, y más que nunca, hay que esforzarse por aplanar la curva. La curva de la felicidad.

Sin embargo, no es tarea fácil con el confinamiento.
Como ya vimos en capítulos anteriores, correr por dentro del domicilio es actividad de riesgo, hacia uno mismo, y hacia el mobiliario de la casa, a menos que se tengan unas mínimas nociones de ebanistería.

De hecho, he sido veladamente acusado por la aparición de estigmas y laceraciones en los marcos de algunos cuadros, y/o el espejo del recibidor, que pretendía ser una antigüedad de gran valía, y que me abocó a una agria polémica con mi progenitora.
No me ha sido fácil sostener mis argumentos, teniendo yo los codos señalados también por la infamia.

Así que me he visto obligado a echar mano del último recurso que me quedaba. Al que bajo ningún concepto hubiera querido tener que dirigirme: La vieja bicicleta estática.
Esta bici si que es una antigüedad en toda regla. Su funcionamiento dudo mucho yo de que sea el correcto, y más aún, bien podría ser peor el remedio que la enfermedad.

Para empezar la postura sobre ella, ya de entrada se percibe como bastante incómoda. Los ajustes se reducen a una ruedecilla parecida a la de aquel somier en el que los rusos electrocutaban a Rambo, y el pedaleo, que voy a decir del pedaleo, es tan poco fluido que le lleva a uno a pensar que corriera una de esas clásicas de pavés por entre campos de tulipanes, que en el fondo nada tienen que ver con los tarros de margarina que pueda haber en la despensa.
Ese además es el otro gran inconveniente. Está situada en la cocina, que era donde en teoría menos estorbaba, pero con la particularidad de mirar, de estar enfilada, hacia la propia despensa. Teniendo delante de mis narices mientras sudo como un cerdo, las cocacolas, los cacaolats, todos los aperitivos salados, las tabletas de chocolate, con sus envoltorios entreabiertos insinuantemente dejando atisbar sus encantos a lo Gilda. Un desastre.

Y lo peor de todo, como ya digo - mira que es cutre el artefacto - es que la “marchetta” que lleva es de lo más arrítmica. Vamos, que si le quiero imprimir un poco de potencia al asunto, hasta parece que voy encima de un toro mecánico.

Bueno, pues nada más, seguimos experimentando. A lo mejor volvemos al running intramuros. No lo sé. Ahora he de esperar y ver cómo responde el cuerpo, con qué especie de agujetas misteriosas e incomprensibles, y en qué grado incapacitantes, para dar el siguiente paso en mi plan de innovación y desarrollo deportivo para monjas de clausura.


Bueno, no hay que desanimarse, regresaremos con más ganas cuando todo esto acabe...



...Si acaba.



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freakyrunning

Maratoniano
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Respostar citando Envío Xov, 02 Abr 2020, 11:06
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Muy bien Papa, ya somos unos cuantos de pedaleo en Galicia. Cada uno a su estilo. No me cabía duda de que el tuyo iba a ser old fashion, estática old fashion oxidada en despensa. Sí señor.

También lo del correr intramuros parece ser un problema para los vecinos en muchos casos, ya he contado unos cuantos en el foro. A mí correr intramuros me resulta una completa tortura y no lo contemplo, pero no es para nada ilegal mientras lo hagamos a horas diurnas y no sea en zonas comunes. Nadie puede protestar, y menos en esta situación, de que alguien durante una hora (una hooora) al día haga un poco de ruido, muy justificado, justificadísimo. Porque durante el no confinamiento es legal poner música alta, y tirar las paredes de tu casa a martillazos, y que tus hijos jueguen a la pelota. Todo es protestable y denunciable, pero de dudosa ilegalidad. Si protesta puede llamar a la Autoridad, que seguro que dedicará varios detectives al asunto. Otra cosa sería que nos diera por correr a las 2 AM, que sí sería de tarados, ahí ya intervendrían los médicos (los que queden).

Un saludo a Sparkland y sus rincones oscuros.
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Ven, 03 Abr 2020, 8:15
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Freaky, más que el tema del ruido, que no considero yo que sea excesivo o martilleante, está el miedo a la actividad sísmica, no despreciable, que el corredor intramuros lleva consigo. Al vecino, cagado ya de miedo con esto del cuñadovirus, no le tranquilizará mucho ver el cómo la lámpara del salón se agita como una pandereta cada vez que el interfecto pasa por ahí.
Saludos desde la despensa papal.

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freakyrunning

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Respostar citando Envío Ven, 03 Abr 2020, 11:07
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Efectivamente Papa. Una muestra alejada en el tiempo pero no en tradiciones:

(La cosa más bien a partir del minuto 4)

www.youtube.com/watch?v=xRgCWLnuynE
Andrés61

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Respostar citando Envío Ven, 03 Abr 2020, 12:03
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

freakyrunning escribió:
Efectivamente Papa. Una muestra alejada en el tiempo pero no en tradiciones:

(La cosa más bien a partir del minuto 4)

www.youtube.com/v/xRgCWLnuynE
Ilustrativo si!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Homérico!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Lun, 06 Abr 2020, 9:53
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

La experiencia es la madre de la ciencia, dicen por ahí.

Y bien cierto que es, que, mientras no prueba uno las cosas y se estruja el cerebro en como mejorarlas, nada se aprende.

Esto viene a cuento de que al final, a fuerza de insistencia (porque no me quedaba otra, claro), he acabado llegando a una entente cordiale con la bici estática.

Puedo decir satisfecho que los cosquilleos en los brazos han desaparecido, el pedaleo ha ganado en fluidez y consistencia, y he conseguido una mejor educación postural sobre el sillín, hasta el punto de que ya no me acuerdo tanto del chiste de Millán Salcedo y la monja cantarina.

Además, he reducido el efecto pernicioso de malacostumbrar la musculatura a ese gesto machacón y repetitivo, alternando bicicleta con caminatas ágiles por el pasillo de casa, pasando en tandas de diez en diez minutos de cicloturista sin ruedas a marchador amonestado y descalificado pero que, contumaz, no abandona el circuito, en una especie de duatlón light o popurrí paralímpico.

Esta distribución me permitió ampliar hasta las dos horas el tiempo bruto (no podía ser de otra manera) entregado a la práctica deportiva, exceptuando claro está, los cinco minutillos dedicados a aplaudir a los sanitarios en el balcón, que ubiqué estratégicamente en el medio de la sesión.

Y parece que la cosa ha ido bien también a nivel de agujetas.

Incluso tengo ideas futuras, que pasarían por cambiar la ubicación del cacharro, orientándolo hacia el balcón, y por tanto teniendo una vista mejor y una oxigenación adecuada, y, naturalmente, eludiendo las tentaciones ópticas y olfativas de la despensa.

Pero claro, todo esto se supedita al deseo primordial de que todo esto acabe cuanto antes, y se materialicen esas propuestas, todavía solo rumores, que baraja el gobierno de suavizar el confinamiento y permitir salir a correr al menos una hora.

Bueno, que no me acaba de convencer del todo, pues dicen que solo se podría estar en un radio de un kilómetro de distancia a casa, lo cual me parece un poco absurdo, dado que en un barrio como el mío, con alta densidad poblacional, esto nos obligaría a dar vueltas a la manzana coincidiendo con mucha más gente, cuando tomar las de Villadiego por el paseo del río sería, a mi juicio, mucho más apropiado, y descongestionaría las calles de la ciudad, facilitando el tan cacareado social distancing.

La posibilidad, en cualquier caso, de poder pronto hacernos a la mar, y dejar por fin de ser marineros de agua dulce, está ahí, y parece que se empieza a ver la luz al final del túnel, aún cuando el túnel está bien iluminado, y hasta yo diría que un poquito de más.

Entretanto portaros bien. No lo estropeéis ahora que ya estamos tan cerca de la meta…



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Papa-Léguas

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Respostar citando Envío Ven, 10 Abr 2020, 19:54
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Hemos cumplido un mes de cuarentena, y a decir verdad que a mi se me ha hecho un mes platónico (buscad lo que significa en la Wikipedia, que no es lo que parece).

Y aunque es cierto que vivo muy tranquilo, y cómo que en algún momento hasta me he podido sentir a gusto, e incluso pensar que el parón me vendrá bien, y que nos vendrá bien a todos, qué en realidad nos hacía falta, razonando más detenidamente sé que esta inactividad no es buena. Nada buena.

Por eso, y pese a lo depauperada que se queda mi dignidad atlética, prosigo con mis entrenamientos ortopédicos por el pasillo de casa. El miedo a desarrollar condiciones insalubres de tipo metabólico, léase diabetes o cardiovascular, e incluso mentales (que se añadan a las preexistentes), no es menor que el miedo en sí al coronavirus.

La bicicleta estática está bien, pero no deja de ser un sucedáneo, y yo no quiero perder mis esencias. Somos corredores por algo, no es una elección personal fruto del libre albedrío, ni una moda, es una característica propia del individuo, a la que se puede renunciar a corto o medio plazo, pero no a largo.

Lo malo es que, como los borrachos que andan cortos de presupuesto, me veo obligado a mezclar. Así, pongo en la coctelera correteos pasilleros, ejercicios de suelo que me suenan de aquí, de allá y de acullá, y pedaladas febriles frente a la tele. Hipnotizado con el sermón que se marca Charlton Heston, esta vez metido a Moisés, tras liquidar a todos los primogénitos de Egipto con su coronavirus vintage. La televisión pública a lo suyo, da lo mismo quién esté en el gobierno.

En resumen, un entreno manga por hombro, desestructurado, menos fiable que los test rápidos que compraron en el chino. Luego, claro, aparecerán dolores extraños por todas partes, y habrá que inventarse ejercicios nuevos, hasta que casquemos definitivamente.

En fin, mientras haya salud, lo demás es secundario. Pero desde luego que esta cuarentena nos lo está poniendo muy, pero que muy difícil, a la hora de controlar la báscula.



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Respostar citando Envío Sáb, 11 Abr 2020, 10:27
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (en arresto domiciliario)

Papa-Léguas escribió:


La bicicleta estática está bien, pero no deja de ser un sucedáneo ...


Tou dacordo. Es metadona, vale lo justo para volver a engancharse.

Papa-Léguas escribió:


... se puede renunciar a corto o medio plazo, pero no a largo.


No tou dacordo. A medio y a corto puedes renunciar por momentos, a largo VAS a tener que renunciar algún día transformando tu actividad en algo menos exigente, o disminuyendo intensidad, y/o aumentando depresiones.

Nuestro problema precisamente está a largo plazo Papa. Los habrá que mueran corriendo, y ojalá seamos nosotros, pero no apostaría mucho por ese boleto.

Conste que voy a comprar la rifa.





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