Mar, 01 Xan 2019, 23:53
Asunto: Re: Diario de Pollastre
"La San Silvestre Alternativa, o llámale X"
No sé si apuntar esta carrera en el currículum de carreras. ¿Esto ha sido una carrera o no?. No hay clasificaciones oficiales ni tiempos y su nombre no saldrá en ningún sitio, pero quizá sí la apunte, dado que ha sido un año parco en participaciones. En el bar donde nos reunimos, una señora extranjera me preguntó porqué estábamos allí, si eso era la San Silvestre. No sabía muy bien qué decirle, la verdad. La San Silvestre que saldrá en la Voz al día siguiente no era, pero entonces... ¿qué era?. A ver quién explica esto a alguien de fuera.
El caso es que allá que fuimos unos cuantos, bastantes, ajenos a la San Silvestre oficial, a celebrarlo de otra manera y terminar el año con un trote.
Uno no pensaba que hubiese cola para recoger el dorsal, pero así era. Aquella cervecería parecía una versión reducida de la planta de deportes de unos grandes almacenes. Aprovechamos el tiempo de espera para saludar a algunos foreros, como
Paticorto,
Mauli y su disfraz de Superman,
Andrés61 y dos compañeros de su club ferrolano, y otros cuyo nick no recuerdo. Don Andrés me hizo una demostración de profesionalidad y saber hacer, poniéndose el uniforme de correr en menos tiempo del que yo necesito para ponerme el dorsal.
Nos reunimos en la salida, de manera un poco caótica. Somos lo más parecido al ejército de Pancho Villa. A falta de jueces, arco de salida y alguien que ponga orden, se imponen la anarquía, la falta de disciplina y el desahogo general, algo que sólo empieza a arreglarse cuando
Lihto y
Amina aplican su autoridad moral sobre los presentes y consiguen pastorearnos para la foto de grupo.
Estos maravillosos organizadores lo tienen todo previsto, hasta dos bengalas para indicar la salida. El mecanismo falla un poco, pero al final se da la salida y empieza la fiesta.
Salimos tranquilos, queda un grupo bastante numeroso delante y el resto de la serpiente multicolor que se va dispersando. La única consigna inicial es no tropezar con ningún paseante ni esnafrarse contra los bancos del paseo, ocultos por el pelotón de corredores. Nuestra súbita aparición por detrás sorprende a alguna dulce abuelita y a algún otro peatón. Advierto la presencia de un padre escribiendo algo: "Excmo Sr Alcalde, la San Silvestre oficial ocupa la calle y la alternativa el paseo. Dígame usted por dónde puedo llevar a mis niños a eso de las 17h"
VictorAlvarez, cada día mejor de sensaciones, se coloca en cabeza, sonriente y sin dar señales de fatiga, en plan capo del Tour en una etapa de alta montaña. A este ritmo lento
Maseda corre a la pata coja, no le hace falta más. Estamos de cháchara, pero como en toda prueba importante que se precie, un espontáneo se destaca del grupo de favoritos, no soy capaz de reconocerlo, pero nadie se inmuta, sabedores de que es un ritmo suicida que no va a ninguna parte y que la tiranía del grupo acabará imponiéndose.
Un poco más adelante alcanzamos a los últimos de la San Silvestre oficial que circulan por la calzada. En el grupo se plantea la posibilidad de incorporarnos a ella, llegar a María Pita para saludar en el vídeo de la llegada y volver a la San Silvestre alternativa, pero alguien nos alerta del riesgo de que nos tomen el nombre, en plan foto del radar de tráfico, y nos carguen el precio de la inscripción vía PayPal. Así que desistimos y seguimos.
Al llegar a la estatua de la Torre, los más animosos deciden subir la cuesta hasta la base de la torre.
Maseda y un servidor preferimos esperar, uno por no estar por la labor, con la vista puesta en una temporada llena de retos, y el que esto escribe debido a su reconocida alergia a las cuestas (urticaria por contacto).
Esperamos a que bajen los escaladores y a algunos rezagados e iniciamos el camino de vuelta. Aunque esto sea un trote sin importancia, aquí no hay compasión, no se perdona ni a los seres queridos. Algunos empiezan a apretar, se acaba el ritmo tranquilo y se hace una primera selección, un pequeño grupo se va por delante y otros quedamos un poco atrás, a una distancia prudencial. Así seguimos hasta la meta imaginaria, punto final del trote y del año corredor.
Al final, si sumamos el trote de la ida con la carrera algo más alegre de la vuelta, salió una sesión digna para terminar el año y digna de ser registrada en el cuaderno de anotaciones, consignando en el apartado de "mis lesiones" el semáforo verde-verde-verde, que siempre es importante.
Como mi coche estaba a punto de convertirse en calabaza, después de esto sólo dio tiempo a tomar un culín de sidra y ya hubo que salir apresuradamente a ver cómo iban las fiebres del cachorro número 2 y a cumplir con las obligaciones culinarias de la noche.
Una San Silvestre diferente, realmente, que nada habría sido sin sus magníficos organizadores, para los que nunca se agotan las palabras de agradecimiento, no hay más que leer el propio hilo de la carrera. Me uno sin duda en el aplauso general y en su reconocimiento.
Saludos.