Ven, 02 Nov 2018, 23:08
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Sospecho que algunos de mis lectores más acérrimos (los pocos que tengo me consta que lo son) se preguntarán por qué les hurto la crónica de la Pedestre.
¿Acaso soy tan soberbio que la carrera santiaguesa apenas me merece unas líneas garabateadas? ¿Tan mal me salió que no quiero hablar de ello, y menos aún ponerlo por escrito?
¿Se me secaron las ideas (a pesar de lo mucho que me llueve)? ¿Las musas, siempre esquivas, me denunciaron por acosador y/o exhibicionista?
No, amigos, no. Al final la verdad siempre es mucho más simple. La verdad tiene poco arte, poco ornamento, usa la brocha gorda en lugar del pincel.
Y es que, os lo creáis o no, llevo unos días tomándome un poco más en serio de lo habitual el vicio este de ser (léase intentar ser) atleta.
El miércoles de hecho, cosa curiosa, me sentí renacido de mi óbito (la palabra obviamente es una dramatización) en la cuesta de Vite, y las piernas me volvieron a pedir leña. Algo que me sorprendió, pues mis convalecencias de las grandes ocasiones (las más altas que vieron los siglos) suelen prolongarse hasta bien entrada la semana.
El caso es que me encontré muy bien, muy fluido, muy suelto de extremidades. No tenía que ir apartando una escayola para dejar paso a la otra… Estas cosas que tanto se disfrutan y que en la jerga del gremio se conocen como “buenas sensaciones”.
Es, como si dijéramos, que me hallara surfeando todavía en la ola de la Pedestre. Una ola pequeña en origen, pero que ha ido creciendo, y haciéndose más y más formidable e impetuosa.
Evidentemente, ahora el truco es saber mantenerse encima, sin que lo arrastre a uno hacia los rompientes, y sin desequilibrarse de la tabla lo justo y necesario que me obligue a hacer tabla rasa, valga la rebuznancia, de todo lo conseguido.
Habrá quien diga, usas a la Pedestre como una mera cobaya del San Martiño, cual si en la primera se pudiera experimentar en virtud de la segunda, sin resultar mancillada. En el mejor de los casos, apoyándome en una visión utilitaria, materialista, racional y abstracta de lo que es el running, o mejor dicho, de lo que nunca debería ser el running.
El running es pasión, es ansia viva, es furia desbocada. No, por supuesto que no; una mente fría y calculadora jamás validaría el soberano desembolso de energías, a fondo perdido, que una carrera de esta naturaleza comporta.
Ni se expondría, como tantos de nosotros hacemos habitualmente en cuestas como la de Vite y similares, al fallo multiorgánico y el retortijón cardiovascular. Todo por sacarle una cabeza en meta a tal o cual pazguato, a tal o cual mentecato, a tal o cual chisgarabís, que se las tiene tiesas contigo, por un igual de amor propio mal entendido, el prurito de una segunda juventud muy zurcida ya y hasta repescada del trastero, o un estatus personal colindante en la insuficiencia anímica crónica. Una dolencia esta que obliga a ganar, sí o sí, hasta a las canicas, a todo lo que se menea.
No, por supuesto que no, jamás correría la Pedestre de manera desapasionada y cerebral. Aunque confieso que en un primer momento lo intenté.
Porque, a fin de cuentas, metido en la vorágine de las tres mil almas lanzadas a la persecución sin cuartel de otras tres mil, quién puede, quién es capaz de sobreponerse, a semejante distopía.
Una persecución que orilla la grandeza monumental de la capital gallega, para quedar reducida a una – escasa, ínfima, precipitada, cogida por los pelos - mirada furtiva, mientras se hace acopio apresurado de oxígeno, a los pies de la catedral.
La Pedestre y su cuesta de Vite, es un monte de piedad en el que cada año es más difícil desempeñar este viejo oficio del correr, pero el año que viene lo volveremos a intentar, si la olas siguen viniendo, de una en una y sin arremolinarse, y no se nos traga definitivamente la resaca.
Y, para demostrar mi compromiso con esta carrera, ni mejor ni peor que ninguna otra, y que sentado a su mesa no dejo de ella ni las migajas, está mi presencia en la tradicional fotokedada del foro. El día que considere que esto ya no merece la pena, que se me han acabado las ganas de correr, que el running ya no tiene sentido, moveré a
BaoEs unos micrómetros del centro de la foto, durante unos pocos femtosegundos, y provocaré una fluctuación de energía a nivel cuántico, de tal magnitud, que el universo conocido del running, nuestro universo, será engullido por sí mismo en una orgía de agujeros negros, armageddones radiactivos y demás truculencias cósmicas. El sueño húmedo de todo forero agorero.
Después que nadie diga que no se vaticinó en su día este final, tan horrendo, tan desesperanzador, tan desasosegante, un adiós más que un hasta luego, en el hilo oficial de la carrera de esta santa casa.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.