Mar, 21 Ago 2018, 15:26
Asunto: Re: Diario de Pollastre
"Bicicletas al acecho"
Las bicicletas mandan. Para eso es el país de las bicicletas, más que habitantes, a millones. Una orgía de bicicletas por todos los lados. Allí no hay ciclistas, toda la población es ciclista por definición. Jóvenes y matusalénicos, bebés de pañales sobre el manillar de la bici de su padre, con cara de velocidad, personas con discapacidad haciendo uso de sus hand-bike. Los escasos corredores a pie que pude ver se sienten acomplejados y apenas se atreven a circular por entre la maraña de ciclistas. Este no es un país de grandes corredores de fondo (aparte de sus grandes maratones), sí en cambio de muy buenos ciclistas y rodadores larguiruchos. Normal.
Las bicicletas son las dueñas de las calles. No se entiende una calle sin su carril bici. Amsterdam, La Haya, Rotterdam, Utrecht, Delft son un carril bici inmenso y sin fin. Los puentes sobre los numerosos canales se diseñan pensando en ellas. Si son lo bastante amplios, un carril será para los vehículos a motor y otro en exclusiva para las bicis. Si son estrechos entonces serán sólo para bicis. Lo mismo con las calles. El resultado es que las bicicletas tienen la preferencia absoluta, por encima de los peatones. En el silencio de la calle las bicicletas acechan, hay que dar cada paso con tiento y mirar en todas direcciones para no ser vilmente atropellado, porque la gente no para, te esquiva y sigue. Los atropellos no suceden más a menudo por la destreza que tienen, de tanto uso.
Aparcamientos inmensos de bicis, a varias alturas. Yo las veo todas prácticamente iguales. La gran mayoría son muy sencillas, sin ningún diseño especialmente caro ni cambios sofisticados, innecesarios en un país completamente plano. Me pregunto cómo encontrará cada uno la suya en estos aparcamientos. La gente reconocerá su bicicleta por cualquier detalle, a primera vista insignificante. Un candado de colores, un distintivo, una pegatina, una rueda poco hinchada, cualquier cosa. Debe ser como esos grandes grupos de pingüinos del Antártico, donde las madres son capaces de distinguir a sus crías de entre miles. Y si no, cogerán una bici cualquiera. Parece que esto poco importa. En un país con un aparente bajo índice de delincuencia, las estadísticas dicen que cada año se roban el 20% de las bicicletas. 4 millones de bicicletas robadas. Es como un enorme servicio de intercambio, o un parque comunitario de bicicletas. Dicen que en Amsterdam es necesario drenar de vez en cuando los canales para limpiarlos de las bicicletas que acaban cayendo, o que tiran, y que llegan a impedir el tránsito de los barquitos. Puedo imaginar esa discusión con un compañero de trabajo, qué mejor manera de fastidiarle después que tirar su bicicleta al canal.
Después de unos intensos días de turismo, relax deportivo y esparcimiento, el sábado por la tarde retomamos las buenas costumbres de la carrera a pie. Un rodaje largo por el paseo fluvial de Arteixo. Allá donde vaya, busque usted el río más cercano, siga su curso y ese será el recorrido más plano que se pueda encontrar. Fueron 55' a ritmo libre, a lo que salga, sin referencias de distancia ni ritmo, dado que no uso GPS. Teóricamente a ritmo tranquilo, aunque después, con ayuda del Maps, pude comprobar que fueron 11,5 kilómetros, por lo que sale una media de 4'46, que al menos hasta hace poco tiempo en mi quehacer deportivo no podía calificar como "ritmo tranquilo".
Después vino un remojón de piernas (más arriba no llegaba el ánimo) en las gélidas aguas ártico-arteixanas. Mano de santo para las piernas, que después de semejante susto no se atreven a quejarse.
La carrera por Arteixo transcurrió paralela al carril bici del paseo fluvial. Sin embargo, en todo el trayecto (casi una hora) no me crucé con ninguna bicicleta. La vida está llena de contrastes.