Xov, 18 Mai 2017, 20:12
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Tercer año del gato. Día 311. (13 de mayo)
Concédeme, Señor, valor para luchar por no llegar último, serenidad para aceptarlo con dignidad si toca ser farolillo rojo, y sabiduría para distinguir un duatlón popular de uno pro.
Qué divertido es este deporte popurrí, y qué pena cuánta tontuna a su alrededor. Es el chiste de los marcianos y el tricornio en versión gorra de juez federativo. Moncho se negó a participar después de la ignominia del otro año, Gus se encontró sin inscribir por falta de un email, a mí me desquiciaron sin haber empezado siquiera. Es imprescindible traer un caddie como en el golf para bártulos y documentos, y una dosis de paciencia de la que carezco. Finalmente tras tener que atarme el casco para enseñar el DNI, justo al contrario que en cualquier control oficial, aparqué el velocípedo y fui a tomar un café y hablar con los del bar barcelonista y con una vecina del fondo norte de la urbanización.
- Así que también haces bicicleta.
- No, qué va, la compré ya hecha.
Luego me quejo si me miran raro en Carregal.
El paisanaje era distinto al de costumbre, aunque coincidíamos algunos que más que habituales parecemos ineludibles. Que no falten los hombretúporaquí y los estásentodas. Y me curaba en salud anunciando mis pocas habilidades en la modalidad.
Había dos grandes grupos, dos tribus urbanas. Se nos diferenciaba por las prendas textiles y físicas: los triatletas con sus monos ajustados y serigrafiados y sus cuerpos triangulares, y los corredores de a pie con nuestras camisetas de carreras dominicales, nuestras zapatillas de asfalto y nuestras barrigas cerveceras. Y en el medio, infiltrado, Isaías, ceñido en el uniforme de lycra a modo de faja burkini, intentando engañar a algún despistado con sus fosforitos y publicidades. Eres como el interior de una nave espacial abandonada: brillas por fuera, por dentro nada.
Yo iba de runner, en colores verde Tortujas y azul nervioso, y con manguitos por la lluvia, todo normal salvo por el culotte bajo el pantalón Zico, y con cara de cómo era esto que ya no me acuerdo y fingiendo calentar mientras daban la charla técnica.
La idea era trotar tranquilo y reservar fuerzas para el segundo tramo, y aun dejar algo para el día siguiente en Ponteareas. Hasta que arrancaron. No puedo usar la primera persona del plural porque realmente se fueron sin mí, disparados. Salimos (salieron) tan rápido que a ritmo de 4'20" se cerraba el pelotón.
Entre las prisas ajenas y los aplausos del público tuve que venirme arriba y acelerar y resoplar kilómetros a 4'15". Fui recuperando posiciones confiando en no estar pagando un precio muy alto, y en el proceso se hundieron Juan e Isaías, adiós archis locales. No era éste el plan inicial, la verdad.
En zona neutra, lejos (mucho) de los líderes y lejos (poco) del coche escoba, iba perdiendo velocidad en las cuestas, pese a los gritos de Ana y Lucas que me dedicaban trompetazos, la presión psicológica de Diego desde la moto, las fotos de Moncho (espectaculares las de terceros, movidas las nuestras) o el apoyo sarcástico de Pacheco (¡ahora viene lo tuyo!). Sufriendo sin exageraciones volvimos al pueblo, salvado el primer tercio, y todavía guardaba energías para esprintar y entrar a la transición antes que la chica en cabeza.
Que salió de la misma cuando yo ni había puesto la chichonera. Calma, que tengo que ir paso a paso para no equivocarme. Saludo, quito la cinta del pelo, abrocho, descuelgo, camino a la bandera roja, monto. Huy huy huy. Dicen que el sexo es como andar en bicicleta, que no se olvida. Y porque hay quien es una fiera y quien un inútil, y porque si no tomas precauciones te hacen un hijo, añado.
Torpe y desafortunado como un cantante al que se le escapa un gallo en plena actuación, tardé un buen rato en encajar los pies en las trabas de los pedales, y por fin dando bandazos subí a duras penas la rampita, hasta enfilar la recta principal. Ahora sí, vía libre, era el momento de disipar una duda, si el volumen creciente de estas mis piernas es por musculatura en los cuádriceps o sólo gordura. Y ya me disponía a volar cuando me despeinaron con un ziiiiiummm dos amateurs de los de camiseta técnica y la segunda mujer. ¡Bien! Me lancé a por ellos y ahí comenzó realmente el entretenimiento.
Íbamos contentos y emocionados, rebasándonos unos a otros, y reconociéndonos como iguales en el despropósito. Aunque el monoatleta se vista de seda, monoatleta se queda. El de morado, el behobiano, un amarillo sonriente. Las chicas nos dejaban atrás por no tener que escuchar a los jueces. Y en la bajada un voluntario movía el brazo para que redujéramos, por la pendiente y por el suelo mojado.
¿Cómo eran las instrucciones? ¿Con terreno resbaladizo evitar el freno delantero? Fui tan prudente, tan cauteloso, que los niños se rieron de mí (esto mismo ya ocurrió el año pasado, ¿no?) y el hombre dejó de hacer gestos y casi tuvo ganas de empujarme. No me importa, yo a lo mío. Y en llano apretaba y volvía a alcanzarlos.
En la primera vuelta, ya acabándola, me dobló el ganador. Y en la segunda, subiendo Os Muiños, nos pasaron los tris. Como en moto, así iban, frente a mi patinete. Ni la mecánica ni la biomecánica dábamos para más, pero no por eso marché a tomar el sol o a jugar al paddle ni culpé al empedrado. Seguí a buen ritmo (a lo que parecía buen ritmo antes de compararlo) y de nuevo en el centro derrapé y descabalgué (y esto mismo ya ocurrió el año pasado, ¿no?). Y en los cruces, Juan enfurruñado e Isaías sonriente (sí, también ocurrió...).
Los críos enmendaron su error llamándome chaval, vamos chaval. Perdonados. Y con los bríos de esta juventud inesperadamente atribuida completé las tres vueltas y regresé a la bandera roja, que ahora ordenaba desmontar, y casi atropellé al portador. Invertí los pasos anteriores y con andares de John Wayne salí a la carretera. Si camina como un pato, grazna como un pato y nada como un pato, entonces es un pato o un triatleta debutante. Anadeando más que corriendo y otra vez solo, sin nadie a quien atrapar o por quien ser atrapado, me limité a trastabillar lo justo para no ir al suelo y llegar a meta triunfante (sí, triunfante) y orgulloso.
Con todos los objetivos cumplidos: me divertí, no me caí, les gané a los ganables y no quedé último y con margen (duodécimo por la cola). Lo que celebramos con unas cañas. Y esto mismo, adivinaréis, ya ocurrió el año pasado. Y, si todo va bien, ocurrirá el próximo.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Ven, 19 Mai 2017, 13:14; editado 2 veces