Mar, 09 Mai 2017, 21:53
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Tercer año del gato. Día 305. (7 de mayo)
Si desaparezco algún día, buscadme en una isla.
Estuvo muy bien volver a las carreras en Galicia con ésta tan hermosa de A Illa. Al despertar y comprobar la previsión del tiempo metí el bañador y la toalla en la mochila y me dirigí hacia Rande, que es mi faro y mi guía para los viajes domésticos. Con el google maps y siguiendo a un coche lleno de mozos en chándal llegué sin perderme y con margen para recoger el dorsal, saludar y tomar un café con Sanmikel.
Ninguno de los dos tenía prisa ni objetivos deportivos, sólo espirituales (disfrutar yo, no sufrir él). Con calma calentamos un poco, con calma nos colocamos al final del pelotón y con calma arrancamos. La mañana estaba espléndida y apetecía rodar tranquilos, y ésa parecía ser la opinión generalizada: a nuestro alrededor marchaban todos relajados sin las urgencias que a veces enloquecen al grupo cuando salimos disparados como si fuésemos una manada de antílopes atacados por un león. Hoy podíamos trotar sin ser atropellados, e incluso ganar puestos suavemente.
Íbamos Óscar con su rodilla y yo con las mías, los cinco en paralelo viendo el mar. He terminado por alcanzar alguna especie de acuerdo con mis articulaciones que nos permite vivir razonablemente, me dejan hacer lo que me gusta y por mi parte procuro evitar lo que les sienta mal. Sanmikel, en cambio, está en guerra con la suya, la maldice e insulta públicamente y ella se venga con dolores y penurias.
De modo que a pesar de que estaba descubriendo que despacio se aprecia mejor el paisaje, a medio recorrido decidió no esperar más y acelerar por probar si a otros ritmos padecía menos. En tiempo, seguro que sí. Se despidió, levantó una nube de polvo y desapareció.
Continué sin exagerar esfuerzos hasta que se me unió alguien con el que, no preguntéis por qué, nos pusimos a hablar del mítico Amstrad PC1512. Se fue también, y de ahí a meta me dediqué a fichar a algún archi de autoayuda: lo encontré en un pesado que descendía como una liebre dopada y subía como una tortuga artrítica, 10 delante, 20 detrás, GoTo 10. Con un sprint me deshice de él y finalicé entre aplausos y la felicitación de Terio (que alguien le baje el volumen al micro, por favor).
Preciosa y animada prueba, de verdad.
Y después de unas charlas con Josiño y compañía, y de detenerme a socializar con dos gatos dignos de figurar en cualquier calendario, fui hasta las playas del Parque Natural de Carreirón. Sólo para mí ese paraíso, la arena blanca deslumbrante y el agua increíblemente transparente, me di los primeros baños del año. Qué paz, cuánta belleza.
Embriagado de amor y colorado del sol, paré en un bar a tomar un bocadillo y una caña antes de regresar a casa. Me atendió una mujer tan desagradable y malencarada que por fuerza tenía que estar ocultando su interior como la protagonista de “La elegancia del erizo”. Casi consigue arruinarme el momento zen.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones