Mér, 06 Xul 2016, 23:41
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Segundo año del gato. Día 355. (25 de junio)
Vamos allá. Cuando, anticipándome a la crisis de los cuarenta y a la económica, salté en paracaídas, estropeé el DVD conmemorativo al gritar un ¡yo no repito! que arruinó toda la escena y desmintió la hazaña. Al acabar la media de Palas-Melide se acercó Xabi sonriente, interesado y amable y le espeté un ¡no me pilláis en otra! igual de inoportuno. Y si de momento no he vuelto a tirarme de un avión, no creo probable que se me vea corriendo el Camino en un futuro cercano.
Tras portarme como un asceta en la boda de la víspera, llegué a Melide, del que una señora que conocí dijo una vez: ¡Ay, cómo se te me semeja este pueblo a Mellid! Y de ahí en autobús a Palas, dorsal, café y saludos, y la presencia del club Atenas muy bien traída (por lo de Palas Atenea, hay que explicarlo todo). Iba a calentar algo, supongo, pero me encontré con Albergg y estuvimos hablando tranquilamente y ya no di ni un paso hasta el momento de la salida. Ya tendría tiempo de sobra para coger sensaciones, pensé.
Arrancamos, nos aplaudieron, giramos. Ataqué con ánimos una primera cuesta. Me rechazó de pleno, me tiró aceite hirviendo y me diezmó. A mi alrededor la gente iba bien y yo estaba destrozado a los trescientos metros, pero horrorosamente mal. ¿Esto va a ser así? Si ésta es la parte fácil, contestaron. Joder. Sudoración, reflujo, mareos, zika. Unas camisetas verdes me hablan, son de un proveedor de la empresa, en realidad un acreedor por prestaciones de servicios, contabilicemos con propiedad, y como soy el que hago los pagos me tratan bien y me auxilian, venga, vente con nosotros, vamos, y gracias a ellos sobrevivo los primeros kilómetros, y poco a poco me recupero.
Entonces me uno a Nando y juntos ponemos un ritmo fuerte, la agonía inicial ha quedado atrás y vuelvo a ser corredor, posamos para las cámaras, adelantamos a muchos. ¿No iremos muy rápido? Sí, responde, y acelera. Y yo. Pero menos. Se va yendo, que es irse dos veces. No importa, con calma. Unos gaiteros nos aguardan al final de una ascensión de consideración que la mayoría hace andando, no es mi caso, y en la cima de pronto estoy solo, perdido entre los que están fuertes y los que no pueden con las pendientes. Empiezo a bajar lo subido, ya me toca disfrutar, y oh, comienzan los dolores. A lo bruto.
En los dedos de los pies, en las plantas, en los gemelos, en las rodillas, en los cuádriceps, en la cadera. Tengo todalgia y de la potente. Como me freno en los descensos voy sobrecargando las piernas y acortando la zancada, y con problemas serios por doquier, se me cambia la cara y el carácter. Cuesta arriba siento pinchazos en las pantorrillas, noto las microrroturas que se van extendiendo como las grietas en un cristal apedreado. Cuesta abajo es como si me clavasen agujas entre las uñas, como si me golpeasen con un martillo en las rótulas. Es espantoso. Estoy lesionado, me digo, estoy lesionado, esto ya no son achaques o molestias, aquí hay avería gorda, ay, ay, y sigo aunque no lo llamaré correr.
Llega lanzado Moncho y me grita ¡que viene Extremeñeiro!, pero ni eso me motiva. Paso a paso, tortura a tortura, quejido a quejido, me acerco muy despacio a Melide. Los peregrinos animan en inglés y francés, los paisanos están sentados ajenos a nosotros. Lo ganado en aquellos kilómetros con Nando lo pierdo ahora, me adelantan por decenas aunque el ambiente general no es precisamente de salud y lozanía, pero yo me llevo la palma, y la cruz y la corona de espinas.
Al final llego pese a que parecía imposible, llego como la flecha de la paradoja de Zenón, sin saber bien cómo y contra la lógica, y entro en meta con más pena que gloria pero sin arrastrarme. Hasta unos segundos después en que encontré un césped y me dejé caer en él y fui reptil indigno, y alguien me sacó una foto para el concurso.
No caminé. Lo digo orgulloso. Sin contar aquellos tres trails a los que me llevaron engañado, ésta es la carrera más dura que he hecho. ¿Pero a que es bonita? Ni idea, no sé, no me importa. Con menos belleza también se corre, no necesitaba esta paliza (con menos culo también se caga, versión forocoches). Gran organización, fantástico trato, cena posterior. Pero no me pilláis en otra. ¡Quia! Aunque suba al podio a recoger unos calcetines.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones