Mér, 10 Out 2018, 19:34
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Tocaba el domingo correr en
O Grove en la clásica del Marisco, y hasta allí acudimos prestos, cual autocar del Imserso preñado de estómagos aventureros.
Gentes de toda la geografía peninsular, atraídos por la fama del marisco de la ría, ignorantes ellos de que el bueno, el mejor, se lo llevan a Madrid, sin apenas haber pisado la lonja.
Uno, que ya peina canas, y buen amante también de los crustáceos cocidos, no tuvo dificultad alguna para entremezclarse y confundirse con el susodicho paisanaje.
No sabíamos aún, con respecto a nuestro marisco, el que da nombre a la carrera, que la cosa a punto estaría de quedar en “marisquiño”, por una suerte de debacle organizativa, al albur de un vehículo bloqueando la salida.
Afortunadamente los responsables de la carrera supieron gestionarlo rápido, bien, y sin que nadie se rompiera la crisma, cosa que no se puede decir lo mismo del ilmo. regidor de
Oliveville. Y eso que todos sabemos bien que Don Abel no es hombre de pocas luces.
Punto positivo pues para la organización, eso sí, a costa de aumentarnos unos pocos metritos de nada la cuenta del tacómetro.
Y digo el tacómetro, porque el Ciripolen, alegando baja batería, se negó a hacer su trabajo. Expediente disciplinario, y advertencia seria para el cacharrito de marras, sobre todo ahora que se acercan las Navidades, y los Reyes.
Ahora que lo pienso, está chido (como dicen los panchitos) el poder hablar sin pelos en la lengua de los políticos consistoriales y sus desvaríos lumínicos, en estos momentos en los que la libertad de expresión de los diaristas de
CenG, se ve amenazada. Creíamos que tecleábamos para el inglés, y resulta que esto es Bosnia-Herzegovina. La vida de un gatito vale muy poco en según qué lado del conflicto se escriba la historia.
Y en fin, deportivamente hablando (deportividad ante todo), la carrera fue relativamente tranquila. Esta vez ninguno de los piques en los que me vi inmerso, gracias a Dios, degeneró en una inquina obsesivo-compulsiva, con el infarto mutuo asegurado como telón de fondo.
Se ve que el paso por delante del Gran Hotel de La Toja, y el acceso al campo de golf, nos hizo correr más recatadamente. Ya, de hecho, en la salida, nos rogaron que nos abstuviéramos de hacer profanaciones a tan sacrosantos lugares, como atajar por los greens, lanzarnos todos sudados a rebozarnos con la arena de los bunkers, cosas así…
Convertidos pues en unos pisaverdes de quita y pon, atravesamos el señorial paraje, en que nuestro amigo el
Doctor Slump se hubiera desquiciado por completo.
Si alguno de los golfistas que por allí merodeaban nos animó, pareció hacerlo con riesgo evidente de su vida y/o la de los suyos.
Lo más habitual era encontrarse con una cuadrilla de provectos oligarcas y sus, marchitas ya, mujeres florero, de espaldas a la acción, y como esperando a que cesase esa inoportuna perturbación de su upper-class way of life.
Incordio supino.
Que los camisas mojadas, la inmigración del continente, regresase a sus barriadas obreras, una vez finalizado su trabajoso periplo insular, era de obligatorio cumplimiento. O eso, o llamar a los grises.
Casi imagino sus conversaciones:
-Oh Darling, parece que hoy corre una brisa algo más desapacible de lo habitual (haciendo un desairado esfuerzo por ignorar nuestra presencia).
- En efecto, palomita. ¡Que corra el aire!
Si esto lo extrapolamos al
San Martiño, convendríamos pues en que
Sparkland está lleno de damas y caballeros asquerosamente ricos, y a los que repugna el olor a tigre, las caras desencajadas por la fatiga y de miradas famélicas, y lo que es peor, irredentas ante su inferior designio.
No es el caso, pero, con todo, y mal que nos pese, hemos de admitir, que aquí (en
Sparkland) nunca se celebrará un Congreso Internacional, ni nunca se establecerá la sede central, de la Organización Mundial de Cheerleaders. Una pena…
Ya con muy poca gasolina en el depósito, y como ya digo, a cero de ánimo, salí por el puente en dirección hacia la meta, apretando el paso no más que por terminar cuanto antes con el noble castigo.
Y entonces, oh sorpresa, ya en la recta final, se me postula de nuevo a esprintador uno que pasaba por allí, y que, con su buen hacer, quería meterme en la cuarta disputa perdida consecutiva, en lo que respecta al ejercicio de esta modalidad.
No se lo iba a permitir, por supuesto. Pero, claro, viniendo de tan alta cuna - el paso por lugares de tanto postín imprime carácter, aunque solo fuere durante unos misérrimos minutejos – no tuve más remedio que, caballerosamente, cederle el paso. Que no se diga que el running es un deporte de caballeros que lo practican merluzos.
Festa do Marisco (10K – que quiero creer que fueron algo más)
50:19
Puesto 158 de 220. Cricetino Roedor. CR158.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.