Dom, 01 Abr 2018, 19:20
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Hoy tocaba hacer la crónica de
Portomarín, y sinceramente lo digo, esperaba que esta fuera alegre e ingeniosa, con abundantes golpes de humor, haciendo honor a la fiesta del aguardiente aledaña, pero no.
No. A veces, igual que existen canciones protesta, también se hace necesario recurrir a la crónica protesta cuando urge denunciar algo, cuando es preciso poner el grito en el cielo por una situación que no es de recibo.
Me refiero aquí a la carretera que va desde
Sparkland a
Lugo.
Carretera por llamarla de algún modo, porque más justo sería hablar de camino de cabras o patatal inmundo, o incluso escombrera de pelotazo ladrillero.
De acuerdo en que una vía que enlaza dos poblaciones medianas de la Galicia interior, las cuales parecen vivir de espaldas la una a la otra, por fuerza no ha de tener mucho tráfico ni perspectivas futuras de él. Vamos cuatro gatos p’allá, y otros cuatro p’acá. Cada oveja con su pareja, dirán por ahí.
Lugo con
La Coru, y
Sparkland con
Oliveville, las jerarquías claras, y lo de que los pequeños se junten en una esquina al chismorreo, y a rajar de los grandes, ni soñarlo.
Pues no pude ser así. Hay que hacer algo. Y no me importa ser yo el perrito que le ladre a esta carretera sonsa y pendeja, abandonada a su suerte en los presupuestos generales del estado. Un estado que luego se queja de ser detestado.
En fin, vamos a lo importante. Dejamos ya la carretera, y nos centramos en la carrera. Una carrera, que no tiraba mucho, desde luego no como dos carretas, visto el día que hacía, y la semana que le precedió.
Mis piernas tampoco estaban para muchas fiestas, y me tuve que estrujar los sesos para conseguir que se entonaran con la del orujo. Pero ya allí, y tras un calentamiento en condiciones, volvieron a ser personas. Son una gruñonas, pero enseguida se les pasa. O eso creía yo.
El bonito dorsal que nos entregaron ya debería haberme hecho recordar. Un dorsal que ya más que tal, parece un billete de banco, de lo muy colorido y ricamente ornamentado que nos lo presentan. Y seguramente no me fijé bien, pero en alguna parte debería figurar la inscripción: El banco de Portomarín pagará al portador la cantidad de 7 kms de cuestas y toboganes.
Cóbrese íntegro en los cuatro primeros, y en los otros tres quédese con la vuelta. Muchas gracias por su visita.
En fin, que estoy molido. Salí muy atrás, y con la idea de remontar posiciones, pero la cruda realidad no me permitió ir más allá de atrapar unas cuantas unidades que desertaron de sufrir, otras cuantas que no chapotearon en el barro con la suficiente convicción, y algún que otro más al que se le desató la playera.
Lo único que medianamente me satisfizo, fue el esprint final cuesta abajo en la larga recta de meta. Esta es una de esas ocasiones en que uno puede dárselas de rápido y veloz ante las muchedumbres congregadas, galgo furtivo y fugaz, y no la desaproveché.
Un archirrival de último minuto, que se las anduvo buscando para disputármela, no pudo al final saborear esas mieles. No le di opción. Fui un egoísta. Quería todos los aplausos para mí solito y ni se me hubiera pasado por la imaginación aceptar una cosoberanía “ovacional”.
Es una gloria efímera, y de poca sustancia, pero, bueno, menos da una piedra.
Tiempo oficial 38:49. Puesto 84 de 123.
Si rescatara mi gráfico de animales tal vez podría llevarme una muy desagradable sorpresa, así que, a ese respecto, prefiero quedarme en la inopia.
Un dorsal chulo. Eso sí, está pintado el muñeco del dibujo en una actitud, ahora enseño cacha, ahora me las doy de simpatiquillo, que le saca un aire, con perdón, a Lina Morgan.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.