Xov, 08 Feb 2018, 21:59
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
Leo por ahí que un tal Elon Musk, fundador de SpaceX y Tesla motors, ha lanzado a la estratosfera el cohete más potente jamás creado. Un bicharraco capaz de igualar en fuerza bruta a 18 aviones Boeing 747 con el día gallito.
Y todo para nada. En su primer viaje, de exhibición, se limitó a transportar en su cápsula de carga, únicamente un descapotable eléctrico, y dentro de él, a un maniquí disfrazado de astronauta.
Sí, un maniquí. El sueño de mi niñez realizado en las carnes de un figurín de fibra de vidrio lacado en purpurina.
Pero nada que no se pueda comprender. ¿Pues para qué nos ha dado dios el entendimiento?
Al fin y al cabo ellos son esbeltos, macizos, de hechuras y porte distinguido. ¿No es acaso eso lo que tratamos de conseguir al hacer deporte, moldeando nuestro cuerpo a su imagen y semejanza?
Hoy, como suele ser ya habitual en mí, aproveché la caída de la noche para salir a hurtadillas en dirección al paseo del río, previo paso fugaz por la parada de autobús de debajo de mi casa. A esas horas, la verja de Melilla.
Cuesta, la verdad, entre ese enjambre de pupilas indiscretas, desembarazarse de la vergüenza runner original. Pero en ese trance se blinda uno de autosugestión. Yo, Tarzán. Tú, Chita.
Y va uno que siente bajo sus pies, tal cual, la pasarela de Milán, ante tanta y tan intensa atención mediática. Cual Donatella Versace, con todo el morro, queriéndose hacer pasar por una más, chúpate esa mandarina, de sus perchas vivientes.
La fiesta de los maniquíes… No los toques, por favor.
Ojos que escrutan en la penumbra, nunca la “alegrumbra”, con esa censura de gatillo fácil tan nuestra, incomodada a la mínima, y siempre dispuesta a negarlo todo.
Y sin embargo muchas miradas, entregadas a contrapié, para elegir. Unas desconfiadas, otras desafiantes, las más, curiosas y punto.
Pero entre ellas, siempre hay algunas sombras que parecen murmurar.
Me están juzgando, me pregunto, y recuerdo a Billy Hayes, en El Expreso de Medianoche, ante el tribunal de Estambul, con el fiscal lanzando a los cuatro vientos su enardecida diatriba, y el abogado local, moviendo con desdén la cabeza, como queriendo restarle importancia. “Bah, tecnicismos”.
Afortunadamente, consigo escapar de allí ahorrándome la prisión turca. ¿O no? Porque… ¿Qué es el running sino una prisión turca a la que van a parar las máquinas defectuosas? ¿O bien una gota malaya?
Salgo pues de allí trompicado, dando giros cual derviche, o qué sé yo, si acaso como bonzo, quemado por tantos rayos fotoatómicos.
Aunque, a juzgar por mi indumentaria, ni lo uno ni lo otro, sino que tal vez parezca más a un astronauta, (Síiii, astronauta, voz infantil desgañitada) pertrechado para soportar las terribles presiones y temperaturas sparklandianas. Eso sí, lástima, sin la escafandra.
Por tanto, para que quiero ir disfrazado a la carrera del
Entroido el domingo en
Oliveville, si ya, cada vez que corro, llevo puesto un fabuloso disfraz. ¿Eh?
(Silencio administrativo)
El caso es que, de cuando en cuando, es bueno mudar la piel como los reptiles, y a esa prerrogativa me acojo.
El cual será el motivo escogido para mi “performance”, queda, si bien de momento, bajo el secreto del sumario.
Aunque queda por ver cómo se resuelve el engorro del tema de los dorsales. No darlos el mismo día de la carrera es sencillamente invitar a que la gente corra sin él. En fin, que no se entiende muy bien eso de andar enredando tanto la madeja.
La fiesta de los maniquíes… No la trastoques, por favor.
Distancia: 5.21 kms
Tiempo: 37:03
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.