Lun, 20 Nov 2017, 23:03
Asunto: Re: El Correo Papalegüense (edición online)
El
Sanmartiño nunca defrauda.
Tiene un relato diferente a todo lo demás. Es una prueba devora-hombres, la USS Indianapolis de las carreras gallegas, el delirium tremens del running.
En ella se pierde el intelecto, y hasta la capacidad humana de cognición, pues en ella rigen ecuaciones similares a las del horizonte de acontecimientos de un agujero negro, que en su caso, y dadas sus peculiaridades meteorológicas, suele ser siempre más tirando a grisecino. Así de indescifrable es el
Sanmartiño.
Y solo así, pues, se puede explicar que
Meigalicix batiera a
Doctor Slump, llevando la dualidad del “Gato de la Favela”, tradicionalmente un vector de polaridad fija, norte-sur, sentido horario apretar-antihorario aflojar, tijera corta a papel, pero piedra aplasta a tijera, a un callejón sin salida fenomenológico, a un absurdo matemático.
En otra carrera, el duelo sostenido con
Montxo, que en realidad solo duró lo que dura la información de atletismo en un telediario cualquiera, y que me vi obligado a declinar en su favor, me habría causado un hondo disgusto.
Aquí no. Ya veis. Soportar al susodicho luego, durante todo el resto de la jornada, paparota incluida, que estaba como niño estrenando pistolita de agua, no me causó trauma alguno.
¿Por qué? Porque es el
Sanmartiño.
Yo venía a esta edición con mucha presión encima. La verdad es que cada año es más, y paralelamente, mi capacidad de aguantarla va menguando en proporción.
De hecho la víspera no dormí nada bien. A tirones, dando más vueltas en la cama de las que habíamos dado la noche anterior por la ciudad, con
PequeñaCriatura y Diego, para encontrar un sitio donde cenar apropiadamente. Y es que a gente que se ha venido desde
Ferrol ¿qué menos que tratar de impresionarla positivamente?
Con todo, con mi baja calidad del sueño, y los nervios lógicos del cada vez menos principiante, nos fuimos
matogrosso y yo, hacia la fotokedada en la estatua del Castratto, donde esta vez sí hubo plenty de foreros.
Lihto, Amina, Toledano, Novoa-run, Meigalicix, BaoEs, Slump, and so on, celebrities everywhere…
Correr en Galicia together as one.
Muchísima gente, y para no variar, tras la tensa espera, y el pistoletazo, un mundo de codazos y empujones por delante, y hasta donde se perdía la vista, se cernía sobre mí. Incomodidades con las que hubo que negociar durante los primeros compases. La sal y la pimienta de esta carrera.
Ya a partir de la calle del Progreso, libre al fin, pude progresar adecuadamente. Me había independizado de la muchedumbre, o eso creía, pues no tenía reconocimiento internacional alguno, pero el “procés” no descarrilaba.
La cosa parecía ir viento en popa, hasta la zona del avituallamiento líquido, corta y escasamente atendida, y donde otra vez, como en la
Pedestre y la
+11, hube de agarrarme al botellín como si se tratase de un concurso de mates. Mal, muy mal, esa parte, señores organizadores.
Siguió a ello unos momentos de vacilación y zozobra por el Posío. Poseído de una demoniaca flojera, me asusté. ¿Asomaba la pájara? Bajé las revoluciones y opté por salvar los muebles. Extremo que una horda de archirrivales aprovechó para ajusticiarme.
No importaba. Ya en el Paseo, con los gritos y aplausos desaforados de la torcida, recuperé la entereza moral. Y me vine arriba. Entonces fue cuando les di yo el paseo a unos cuantos de los que se me habían sublevado, ya el último un
Jackbauer, uno de los esbirros de
Dani en la
24HVigo, sobre la misma línea fatídica, y que saboreé como si del mismísimo
Doctor, se tratase.
Sí, fue a traición, y exhibiendo una indisimulada cutrez, muy “yo” en mi salsa, pero es lo que hay. Quienes me conocen saben bien que, en este particular, no tengo remordimientos ni fantasías de moralidad.
Sigo por otra parte la filosofía del rey de los esprines,
Beuckelsen (el Hibernado). Una "volata" es un rito sagrado en nuestra secta, y su negación se castiga con los peores tormentos.
Aunque para tormentos, la propia carrera sola bien se vale. El
Sanmartiño son mis diez kilómetros más berrendos y descarnados del año. El crujir de dientes. La némesis de mi zona de confort en este deporte, que tantas veces bendigo, y aseguro disfrutar, y que se me llena la boca con ello, hasta resultar muchas veces pedante, y hasta pelín “vendemotos”.
Aquí sufro como un marrano. Y nunca mejor dicho, como cerdo al que le llega su San Martiño.
Pero merece la pena. Me sirve además para demostrar que no hace falta irse al quinto pimiento para vivir una experiencia así de fabulosa, fascinante y chispeante. Y si acaso su única pega, es que no haya uno cada fin de semana.
Como será difícil que se repita la caidita de
Slump a manos de
Meigalicix … El sueño húmedo de todo/a archirrival que se precie.
Y ya como colofón, y para cerrar esta crónica, que en modo alguno puede sustituir o enmendar a la experiencia vivida, dar un gran abrazo a todos los que compartimos esta mágica y rutilante jornada de glorias deportivas, desear que nos dé para muchas ediciones más el depósito del intercambiador de fluzo, y que ustedes y yo lo veamos, vengamos y venzamos.
Con pena despido esta crónica.
Se acabó este
Sanmartiño 2017. Sanmartiño akbar.
Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.