Foros ›
El diario gatuno de Slump (2014-2021)
Foros de debate / Diarios de adestramento
Respostar ao tema

Autor
Mensaxe
Albergg

Maratoniano
Maratoniano
3/08/11
36 Carreiras
198 Mensaxes
Burela/Celeiro
Respostar citando Envío Lun, 05 Nov 2018, 10:32
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Enhorabuena, me alegro mucho!
Te felicito en persona la semana que viene en la Behobia.
Meigalicix

Experto no foro
Experto no foro
19/02/12
59 Carreiras
3257 Mensaxes
Vigo
Respostar citando Envío Lun, 05 Nov 2018, 12:00
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Nunca morder o metal debeu saber tan rico Sorriso

Esperamos con ansia a ampliación do avance informativo. Mentras, que os sigades celebrando por Carregal
sonsuso

Colaborador Circuíto
Colaborador Circuíto
9/10/11
0 Carreiras
1335 Mensaxes
Vigo - Compostela
Respostar citando Envío Lun, 05 Nov 2018, 19:40
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Noraboa Doctor!!! Aplauso
Alégrome moito de que finalmente conseguiras o obxectivo despois de tantas dúbidas. Agora esperamos por esa crónica gatuna Bailar
Papa-Léguas

Super Veterano
Super Veterano
14/10/11
0 Carreiras
2613 Mensaxes
Sparkland
Respostar citando Envío Lun, 05 Nov 2018, 22:30
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Enhorabuena Dani y demás familia.

Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
Pollastre

Foreiro Senior
Foreiro Senior
10/01/14
16 Carreiras
508 Mensaxes
A Coruña
Respostar citando Envío Mar, 06 Nov 2018, 9:22
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Enhorabuena Doctor. Cuando te quejes ya no te vamos a hacer caso.
Madre mía, prepárense para una crónica kilométrica
lihto

Colaborador Circuíto
Colaborador Circuíto
12/06/11
606 Carreiras
4686 Mensaxes
K-pax
Respostar citando Envío Mar, 06 Nov 2018, 11:19
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Enhorabuena se queda corto,con todo la incertidumbre que viviste este verano sobre si llegabas o no,pero al final,yes,we can.....
Andrés61

Maratoniano
Maratoniano
25/08/12
0 Carreiras
1878 Mensaxes

Respostar citando Envío Mar, 06 Nov 2018, 12:42
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

lihto escribió:
Enhorabuena se queda corto,con todo la incertidumbre que viviste este verano sobre si llegabas o no,pero al final,yes,we can.....
En realidad only he can
je, je "can"... Ya nos explicarás lo del perro Silbar
corredor101

Maratoniano
Maratoniano
7/04/08
117 Carreiras
4361 Mensaxes

Respostar citando Envío Mér, 07 Nov 2018, 8:49
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Preparaos que debe de estar preparando "El Quijote de Manhattan", que en vez de a Rocinante tenía un perro.
Andrés61

Maratoniano
Maratoniano
25/08/12
0 Carreiras
1878 Mensaxes

Respostar citando Envío Mér, 07 Nov 2018, 14:09
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

corredor101 escribió:
Preparaos que debe de estar preparando "El Quijote de Manhattan", que en vez de a Rocinante tenía un perro.
Vivo sin vivir en mi... Guiño
Respuesta del Dr en el Diario de Corredor (Tendremos que conformarnos con eso de momento,,,)
Papa-Léguas

Super Veterano
Super Veterano
14/10/11
0 Carreiras
2613 Mensaxes
Sparkland
Respostar citando Envío Mér, 07 Nov 2018, 22:19
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

La crónica se hará esperar me temo...



Esta publicación no es un juguete, no se la dé a niños menores de 100 años. No la arroje al fuego, ni aún vacía de contenido. En caso de intoxicación accidental acuda a la mayor brevedad posible al servicio de urgencias psiquiátricas más cercano.
DoctorSlump

Foreiro Gatuno
Foreiro Gatuno
18/04/07
498 Carreiras
5895 Mensaxes
O Xibao, Tomiño
Respostar citando Envío Mér, 14 Nov 2018, 22:54
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Cuaderno de bitácora. Quinto año del gato. Día 121. (4 de noviembre)

Todo es posible si lo deseas intensamente.

(Peter Pan)




Entre estos dos pasos hay medio siglo.

Me lo he tomado con calma pero es que hemos estado ocupados el mundo y yo en crear las circunstancias adecuadas. Primero tuve que aprender a andar, hablar, dejar los pañales, leer, escribir, jugar, socializar, crecer, tropezar la adolescencia, cargarme con unos cuantos traumas, definirme, estudiar, ir a clases de inglés, sacar el carné de conducir, conseguir un trabajo estable, independencia económica, no poner corbata, encontrar una novia con la que compartir afición, esperar pacientemente a que naciesen Internet, los móviles, los vuelos de bajo coste, las tarjetas de crédito, la tecnología por satélite, las parejas sin hijos, el turismo de masas, la fotografía en color, el aumento de la edad de jubilación, el cine en casa, las gafas para la presbicia, los croissants, la música de los ochenta, la ciencia ficción, los aeropuertos, autovías, aparcamientos, infraestructuras modernas, el espacio Schengen, el euro, los alquileres vacacionales, a que desapareciesen los pantalones de campana, aprovechar la moda del running, empezar despacio, ganar confianza, engancharme, redefinirme, descubrir los gatos, abrir un diario, mudarme al rural, mudarme al rural, mudarme al rural, delegar en un entrenador, en un osteópata, aceptar mis limitaciones, disfrutar, mirar más lejos, juntar amigos con los que viajar, desgastar las rodillas, recaer, levantarme, no rendirme, gestionar el dolor. Cumplir cincuenta años, así de fugaces, y por fin celebrarlos.

Porque el maratón de Nueva York es una celebración. Allí comprendí por qué los días previos nos felicitaban en vez de desearnos suerte. Estar en él es un regalo absoluto, un motivo de alegría enorme, jamás de preocupación. Lo sé ahora.

Desde el comienzo. Atravesábamos el torno en la estación y nos montaban una fiesta, cogíamos un bagel en el parque y nos montaban una fiesta, nos arrimábamos a los policías y nos montaban una fiesta.

Quédate con quien te ame como ama Nueva York al maratón.

Era una conspiración para hacernos felices. Una conspiración a escala gigantesca, con cincuenta y tres mil participantes, doce mil voluntarios y dos millones y medio de espectadores. Y aunque eres una mota insignificante entre tanta gente, te sientes grande y único. Sentí realmente que todos se habían reunido para apoyarme, que mi sueño era su sueño y estaban tan ilusionados como yo. Y sonreían y les brillaban los ojos.

Era de noche todavía y ya habíamos desayunado, superado el control de los perros olfateando las bolsas, subido al metro y al ferry. Amaneció el cuatro de noviembre con la Estatua de la Libertad a nuestra derecha y un barco de la Guardia Costera custodiándonos, y mi emoción. Un último traslado en autobús nos llevó al sector naranja de Fort Wadsworth en Staten Island. Aún era temprano. No llovía, la mañana era fresca pero no gélida. Fuimos muy afortunados con el tiempo. Las horas en el parque no costaban, invitaban a tumbarse en la hierba, relajarse, cabecear. Aquello era un gigantesco y desordenado pícnic. Nos íbamos quitando ropa con el sol. Ofrecían café y bollería, agua, galletas, calentadores, baños con jabón.

Las nueve. Entregamos las mochilas, un gesto que siempre me parece definitivo, el punto de no retorno, el momento de convertirme en corredor, de los nervios. Al rato oímos el disparo, partían los de la oleada uno, les ovacionamos en la distancia. Y más tarde llegó nuestro turno. Entramos en el cajón. Eché el chándal en un contenedor, nos abrazamos, posamos, reímos, los últimos del grupo. Los helicópteros sobrevolaban el cielo.

A las diez y cuarto una voz masculina cantó el himno americano en el silencio general. De nuevo tronó el cañón, esta vez para nosotros, esta vez en serio, y ya no hubo más silencio, y arrancamos caminando y saltando. Otra voz cantaba ahora, la inmortal de Frank Sinatra. Según nos acercábamos a la línea de salida, todavía andando, el speaker nos daba la bienvenida, Welcome to the New York City Marathon!, esas sencillas palabras que quería escuchar desde hace tanto, y por fin era cierto, por fin estaba en el maratón de Nueva York, We are waiting for you!, y yo cantaba lo que me permitía el nudo, I want to wake up in, y nos llamaban, Are you ready, runners?, y nos saludaban por países y gritábamos, y con la melodía de fondo y las consignas por encima y el espectáculo y el recibimiento, el corazón se me escapaba del pecho.

¡Estaba corriendo por Nueva York!

Por el puente Verrazano-Narrows con las vistas de los rascacielos al frente, y muchos paraban en la mediana y sacaban fotos y los gatitos se agitaban inquietos. Perdí a Montse, la encontré, la perdí, marqué un ritmo, calmé las palpitaciones, y de pronto tres kilómetros ya habían quedado atrás, qué fácil, y entrábamos en Brooklyn.

Y ahí empezó mi maratón. Gente, gente, gente, gente, gente. Go Dani, well done Dani, go Dani, vamos Dani, you're looking good Dani, Dani, Dani, Dani, Dani! Una borrachera de aplausos, de gritos, de palmas como no creí que pudiera existir. Hubo momentos en que llegué a pensar que ese Dani era un ser sobrenatural, un dios, un ídolo, en cualquier caso alguien ajeno a mí y recuerdo gritar go Dani yo también y luego caer en la cuenta de que me estaban llamando a mí, que era por mí, que millones de personas me animaban. Y fui llorando las primeras diez millas.

La cinta que llevaba en la muñeca con los tiempos era una mancha borrosa que no era capaz de leer. Sin pulsómetro, sin referencias, sin entrenamientos sólidos, supe que acabaría la carrera. Olvidé tomar los geles y no los necesité. Estaba recibiendo energía para diez maratones, para diez años.

La multitud desbordaba las aceras y ocupaba las calles para acercarse más a los corredores, estiraba el brazo y chocaba decenas, centenares de manos. Go Dani go Dani go Dani go Dani, thank you, thank you. Los policías intentaban devolver al público a los laterales pero acababan poniendo sus palmas como los demás.

A la puerta de una iglesia un coro de góspel estuvo a punto de detenerme, de atraparme. Había bandas, músicos individuales y altavoces solapándose. Los puestos de avituallamiento se pisaban con los neoyorquinos ofreciéndonos plátanos, bebida, golosinas. El volumen a nuestro alrededor, el calor humano, el colorido, los estímulos, era una orgía sensorial donde sólo destacaba, infatigable, mi nombre, siempre mi nombre.

Atravesábamos los barrios y en cada uno nos daban la bienvenida y competían en el apoyo. Las únicas pausas eran los puentes y Williamsburg. Con sus eternos abrigos y medias de lana, sombreros, rostros cenicientos, siempre es invierno en Williamsburg, donde reside la comunidad judía ortodoxa. Una sola mujer nos aplaudió, un pequeño pero valiente brote verde.

En la milla nueve vi fugazmente al primer grupo de animación del TMIRCE, con los que habíamos rodado el sábado. Hacía cálculos de conversión a kilómetros y me entretenía apenas con los números, verdaderamente la diversión estaba por todas partes. Entramos en Queens. Una chica prometía Free kisses en un cartel, fui directo hacia ella, oh my God, la besé, le cogí caramelos al novio y seguí corriendo entre ovaciones. En las curvas iba por el lado abierto y cerraba los puños y agitaba a los espectadores y se formaba un coro, Dani, Dani, Dani, Dani!, y no sé si me creeréis pero yo levitaba.

No volveré a vivir algo así.

Pasé la media maratón en una hora y cincuenta y siete minutos y sensaciones óptimas.

Miles de Danis después, en el puente entre Queens y Manhattan no hay público. Es el primer escollo duro y muchos caminan. Y entonces entendí el Plan que me había hecho nacer gallego, que me había tenido subiendo cuestas infinitas en total soledad tantos años sólo para darme fuerzas para poder superar la elevación de Queensboro. Oh, Gran Arquitecto, no cae un pajarillo a tierra sin que tú lo permitas.

Y por la Primera Avenida ascendemos hacia el Bronx. Voy muy bien de ritmo, de dolores, de ánimos, de hidratación. Voy feliz. Ya no lloro. A todo se acostumbra uno, hasta a ser el Chico Favorito de Nueva York. Hablo con los españoles a los que adelanto. Leo los carteles, respondo. Pulsa aquí para energía extra, Cree en ti mismo, Estamos tan ogullosos de ti, desconocido, Corre como si te persiguiera Trump, Lo estás haciendo mucho mejor que el Gobierno, A nuestros ojos sois todos kenianos. Quizás sí lloro un poco más. Somos héroes, somos bien acogidos. Es Bienvenido Míster Marshall al revés.

Pasamos por zonas latinas, el Dæni anglosajón se transforma en Dani. Sigo chocando palmas, el brazo izquierdo está trabajando de lo lindo. De repente escucho a Nino Bravo, es el altavoz de unos argentinos empujando un carrito con un familiar minusválido, me uno a ellos y durante casi un kilómetro, casi cuatro minutos, vamos cantando a gritos desafinados Un beso y una flor, de noche las estrellas te acompañaráááááán. No quiero que se acabe el día.

Cruzamos Willis Avenue Bridge. Hemos llegado al Bronx. Es la milla veinte. Hace bastante tiempo que rebasé mi mayor tirada, debería estar cansado y asustado pero me deslizo sobre un río de endorfinas. Sólo falta un rodaje de diez kilómetros, está hecho. Se lo digo a una pareja, a una mujer, vamos que lo tenemos. Y lo digo convencido. ¡Está hecho! Grito goooooo! y alguno se aparta pensando que le pido paso y le tengo que explicar.

Dos millas más tarde el cauce del río hormonal empieza a disminuir seriamente. Regresamos a Manhattan y busco al segundo grupo del TMIRCE con el cartel con nuestros nombres. No los encuentro aunque ellos a mí sí y me cazan en una foto con el gesto ya torcido.

Nadie dijo que sería fácil, sólo que valdría la pena.

Go Dani, go Dani! You are looking good Dani! Hay gente buena en el mundo. Thank yoooouuuu!

Enfilamos la Quinta Avenida para rodear Central Park. En el mapa bajaba al sur, en el terreno subía al cielo. Subía, subía, no acababa nunca. Llevaba los puentes preparados y me sorprendió esta calle comercial. No aflojé el ritmo (más allá de lo normal en un ascenso) pero perdí los pocos restos de elegancia que me quedaban. Ya me dolían cosas por aquí y allá, no las rodillas. ¡Gracias por ello! Corría a golpes de cadera, a riñonazos: corría. Kilómetro treinta y seis, treinta y siete. Muchos argentinos en este tramo, como salidos de detrás de los setos. Y aunque la gente seguía gritando, ya no les prestaba la misma atención, continuaba sin dudas pero no sin esfuerzo. Correspondo con gestos de la cara, intento hacerles saber que les escucho, que lo aprecio, que lo necesito, que lo agradezco tanto, tanto.

Y por fin entramos en Central Park. Toboganes para terminar, no es un paseo. Pero a mí no me detiene nadie ni nada. Las cuatro horas están mejoradas de sobra, no he parado ni para ir al baño, estoy cerca de lograrlo. Intento que los fotógrafos oficiales capten mi felicidad, no me sale bien, no se notará en el póster lo que estoy sintiendo. Tomo la última curva, la última subida. Levanto los brazos. Una mujer arrastrándose de rodillas en la misma línea me roba el minuto de gloria cinematográfico. Cruzo.

Tres horas y cincuenta cuatro minutos.

He acabado el maratón de Nueva York. Sí. Es así. He acabado el maratón de Nueva York.

Las piernas me abandonan, me echo a llorar. Vienen a ayudarme, les digo que estoy bien, que estoy happy, que estoy happy. Se convencen a medias. Felicito a los que tengo más cerca. Están entregando las medallas, una señora me da la mía, le pido un abrazo, oh my God, me lo da. Muerdo la medalla, lloro un poco más. Me ofrecen una manta térmica y la rechazo. Me siento en una esquina. Veo a Jose de Endeavor y soy persona para levantarme y acercarme, aunque persona temblorosa. Y aparecen Montse y Moncho y nos damos un abrazo a seis manos. Por otra salida del parque terminaba también Isaías.

Yendo a por la bolsa era un desecho humano, aunque desecho feliz, pero tan destemplado y cojo que nadie lo diría. Ni yo mismo. Si alguien os dice que no quiere una manta térmica después de haber corrido cuarenta y dos kilómetros, no le hagáis caso. No piensa correctamente.

De niño soñaba con ser astronauta, ser futbolista, pirata, superhéroe, piloto de coches, guapo. No fui nada de eso. Pero también veía el maratón de Nueva York por televisión y soñaba con estar allí y ser uno de ellos. El cuatro de noviembre estuve allí. Fui uno de ellos.

No nos quitaríamos la medalla hasta el martes por la tarde. En la calle, en el metro, en los restaurantes, en el museo, nos felicitaban. Me dice una mujer: We love the marathon! Y otra: You are so inspiring to us! Ando con los ojos acuosos por la ciudad.

Dejamos Nueva York, llegamos a Madrid, a Oporto, a Carregal. Notamos cómo todo ese calor se aleja, cómo perdemos la magia, ya no somos héroes y la vida va segando la hierba a nuestros pies. Pero lo hicimos. Nadie nos podrá quitar eso.

Thank you New York!













Y así se cumple un sueño.

Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones

Última edición por DoctorSlump o Xov, 15 Nov 2018, 18:54; editado 2 veces
anpefi

Maratoniano
Maratoniano
5/02/11
100 Carreiras
1020 Mensaxes
Vigo
Respostar citando Envío Mér, 14 Nov 2018, 23:06
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

GRACIAS!!!!
Meigalicix

Experto no foro
Experto no foro
19/02/12
59 Carreiras
3257 Mensaxes
Vigo
Respostar citando Envío Mér, 14 Nov 2018, 23:22
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso
Andrés61

Maratoniano
Maratoniano
25/08/12
0 Carreiras
1878 Mensaxes

Respostar citando Envío Xov, 15 Nov 2018, 7:22
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Joder!!!!!!!!!!!!
La Espera ha merecido la pena Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso Aplauso


Última edición por Andrés61 o Ven, 16 Nov 2018, 7:18; editado 1 vez
corredor101

Maratoniano
Maratoniano
7/04/08
117 Carreiras
4361 Mensaxes

Respostar citando Envío Xov, 15 Nov 2018, 7:32
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump

Enhorabuena de nuevo, y gracias por la crónica. No llores que me vas a hacer llorar a mí también.

Se ve que fue una maratón de esas de correr en plan "gua, gua, gua", levantando la cabeza y los brazos, y no uno de esos de correr en plan "chu-chu-chu", con la mirada fija al frente y braceo robótico.





Podes publicar novos temas
Non podes responder a temas
Non podes editar as túas mensaxes
Non podes borrar as túas mensaxes
Non podes votar nas enquisas
Non podes adxuntar arquivos
Non podes descargar arquivos