Xov, 20 Set 2018, 16:50
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Quinto año del gato. Día 72. (16 de septiembre)
... y cuatrocientas.
De la milla de Nigrán al maratón de Londres, de París a la aldea de Amorín que el sabio no cambia, de Madrid a Barcelona en puente aéreo, de las sidras de Gijón a los vinos de León, de Vigo a Valencia por la ruta de la Movida, del público de Ourense al de Donostia/San Sebastián, de la Puerta de Brandenburgo en Berlín al Duomo de Florencia, de Oporto a Ginebra, de Santiago de Compostela a San Cristóbal de La Laguna.
Cuatrocientas carreras.
- ¿Y cuántas has ganado?
- Hombre, así de memoria... Tendría que mirarlo, pero calculo que una o ninguna, aproximadamente.
Y está bien que la número cuatrocientas haya sido en Copenhague, mi media preferida.
La mejor forma de predecir el futuro es construirlo. Anuncié que haría una hora y cuarenta y siete minutos y puse el ritmo adecuado para ello, porque esta distancia raramente da sorpresas. No coquetea con el colapso de un diez mil rápido, no es la aventura desconocida de un maratón. No son los nervios de una cita a ciegas sino el placer de reencontrarte con un amigo. Sabes lo que va a ocurrir y cómo y no por eso es aburrida o menos hermosa, igual que no lo es un amanecer por mucho que se repita.
Y una media en Dinamarca es incluso más inmutable. Perfectamente organizada, fluirá como el agua, irá con la precisión de un reloj atómico, sin estridencias pero llena de
hygge. Y allí estábamos veinte mil participantes dispuestos a compartir ese secreto que hace de éste el pueblo más feliz del mundo. Y como el movimiento se demuestra andando y no en fiestas de pijamas rosas, cerca de nueve mil eran mujeres.
En esa multitud charlé con una pareja de Terrassa, un señor de Néjar, una australiana, y me encontré con Pablo101. Mientras tanto, Kipchoge batía un récord increíble y nos contagiaba de energía.
Brevemente: los primeros diez kilómetros fueron alegres, fáciles, prometedores. Me dio por golpear con la palma cada indicador, el cuatro, el cinco, el seis, vamos, el siete. Vi Central Park al alcance de la mano. A partir de ahí pasaron dos cosas
a la vez: aceleré y empezaron los dolores en las lumbares, el psoas, los cuádriceps. En esas circunstancias soy ya un experto en avanzar a golpe de riñón... un tiempo. Vi cómo se alejaban Brooklyn, Staten Island, Manhattan. Para hoy serviría. Entre bandas de música, cheerleaders, niños animando, un valiente con altavoces en la espalda, gentes de un centenar de países y un mar infinito de cabezas rubias, seguí en progresión. Intenté unos pocos duelos particulares: con las chicas locales los perdí todos, y con una de Londres, con otra de Hamburgo, con uno embutido en una bandera norteamericana. No importaba. Yo sonreía, aun con los problemas, y los espectadores gritaban mi nombre y decían: su
Hygge es muy intenso.
Y en el arreón final, brazos arriba,
¡vamos! al aire, me emocioné y estropeé el pronóstico por un minutillo.
Contento pero descoyuntado, descoyuntado pero contento, quedé con 101 para comer y un paseo de despedida. Las danesas montaban en sus bicicletas y regresaban a casa con la medalla y sin mayores aspavientos, con normalidad.
Normalidad que no recuperaría en las articulaciones hasta haber dormido en un banco en el aeropuerto. Correr en Copenhague y no terminar cojo es algo que no domino.
Volveré. Porque no me he cansado todavía de estar a gusto, de esta ciudad hermosa y amable que funciona sin dinero en efectivo, de esta prueba jovial y multitudinaria, popular y de altísimo nivel. Donde además me acogen Pablo y Sidse, y ahora Manuel Tor e Isis, que es una gata cruce de Main coon y Norwegian forest con Ewok.
Cuatrocientas carreras.
- ¿Y en cuántas has llegado el último?
- Pues también en una o ninguna.
Isis
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Xov, 20 Set 2018, 22:12; editado 1 vez