Mér, 24 Xan 2018, 1:35
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Cuarto año del gato. Día 199. (21 de enero)
Hay un gallego en la luna, todos los demás están en Viana. Y que me aspen (lo que sea que signifique) si lo entiendo. Hay atractivos universalmente aceptados que a mí se me escapan: el alumbrado navideño en Vigo, el marisco, la serie “Friends”, Julianne Moore, los petroglifos, esta carrera. Pero no se podrá decir que no insisto buscándole el ziritione.
En la recogida de dorsales se concentraba en el pabellón el grueso (con perdón) de CenG. Los locales, que también acudieron, se comunicaban gritando oes y ocasionalmente aes. OOOOOOOOO! PAAAAA! FOOOOORÇA! Redesayunamos, hablamos mal del Admin, calentamos algo, saludamos. Miré al cielo, desafiante: otro de los encantos de la prueba es que siempre llueve y hace frío por decreto. Igualmente llevé los brazos al aire pero guardé un pañito para las gafas.
La salida tenía overbooking en el cajón, conque nos pusimos en un lateral en perpendicular y nos fuimos incorporando a saltitos sin atender a la preferencia en la rotonda. Los minutos iniciales apenas se trotaban, servían básicamente para acomodar el esqueleto y la disposición. Sin Montse, baja por trabajo, ni Isaías, por gripe, me uní a Moncho en cuanto pude encontrar huecos y ahí nos quedamos en amor y compañía.
Esta media se corre así: once kilómetros de paseo, y a partir del giro de regreso diez de caza y captura de Andrés. Fácil y reconfortante. Eso sí, para ello es conveniente su presencia. Ausente el ferrolano, me vi de pronto perdido como un quinto en día de permiso, oscuro como un dandi sin polizones, febril como los belgas de Machín. En realidad el plan, aunque variaba en forma y gustazo, seguía siendo el mismo, ir a ritmo de cinco y terminar en una hora cuarenta y cinco.
Algún transeúnte ocasional soltaba un TOOOOOOO!, el resto de los ánimos eran autoproducidos por los deportistas, venga, va, BOOOOORA!, qué tal, OOOOOOO!, dale, y OOOOO MIGUEL!
(Axioma: si juntas tres o más corredores portugueses, como mínimo uno se llamará Miguel).
El primer tercio voló casi sin querer, los únicos problemas los causaban los cristales empañados, los limpiaba con el trapo mojado con escaso éxito. Nos acercábamos al punto de retorno y ya iba tomando nota de los conocidos que venían de vuelta. Cuatro Tortujas, por los Jackbauers Ángel, Óscar, Chamorro y Nando; César y Basi... Ningún Andrés al que echarle el diente.
Entre pisadas a ciegas y oes (TOOOOOO!) avanzábamos. Al llegar al once decidí cambiar la marcha y me despedí. BOOOORA! Me aturdían con esas voces mitad humano y mitad cabestro, criaturas soñadas por el doctor Moreau. OOOOO DOCTOR!
Coño con los mozos homófonos.
- Moncho -propongo-, yo corro solo o los como, no los soporto.
Corro loco con todo lo locomotor.
Pero desde la inundación de Copenhague en septiembre no probaba esta distancia, y pequé de optimista en el cálculo de fuerzas. Fui adelantando a gente, sí, mas cada vez con menos frecuencia, hasta que dejé de hacerlo por completo y me alcanzó de nuevo Moncho. Lo que aproveché para recuperar carácter, que no energía, y levantar cabeza.
En el puente los paisanos bebían vino y abusaban ilegalmente de la acústica y el eco para atacarnos con sus vocales asesinas. Retumbaba el corazón con los graves. Ofrecían mandarinas y si te acercabas -Hánsel atraído por la casa de chocolate- apantallaban las manos y aullaban OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! A nuestro lado cayeron dos veteranos infartados. Huimos.
Más alto y sin miopía, me iba avisando de los rivales vecinos como un vigía divisando tierra. ¡Ahí está Basi! Lo pasábamos. ¡César a la vista! Conquistado. ¡Por allí resopla Homedenejro! Me lancé a por él y lo arponeé. Y en el proceso perdí por segunda vez a Moncho. Ya estaba la meta cerca y continué apretando para marcar el tiempo prometido, sin reservas para ningún esprint épico adicional (FOOOOORÇA!), sólo para ontrar en la hora y cuarenta y cinco y quedar como un tipo complidor y confiable.
Oso no me libró de escochar a Nando. Ono a cero, va ganando. Siompre va uno a cero, porque reinicia lo cuenta las roras ocasiones en que me vence y se olvida de olla si no. Lo que ocurrirá el próximo domongo en Vigo.
Y dospués hobo comoda en gropo en ol rostauranto. Lo vordodero rozón poro vonor hosto Viono oño tros año (jroño que jroño).
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones