Sáb, 22 Xul 2017, 11:55
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Cuarto año del gato. Día 11. (17 de julio)
Pasa la vida en la costa croata,
de mar turquesa y de ciudades de plata.
Turistas de calcetines y alpargata,
gente guapa en Hvar, las señoras en bata.
Y en cualquier rincón, en una escalinata,
confiada dormita a menudo una gata
que sueña aventuras, que lame su pata,
que acariciar se deja. Es labor grata
para los dos, y también para esa rata
que aprovecha el sopor y al fin se desata.
La gran cazadora, feroz y jabata,
casi con desdén maúlla su bravata.
¡Ya nos veremos! Mas su panza delata
que solamente es el tiempo lo que mata.
Dobro jutro, dober dan, dobra večer. Hay que ir a Croacia. Nos bañábamos y me acordaba de la canción de Albert Pla (
¿Sabes tú qué pasaría si el viento y el agua y todas las cosas transparentes de repente tuvieran color...?): el Adriático es así. Cervezas Karlovačko y Ožujsko, los mejores helados del mundo, escapadas en barco alquilado, calas desiertas que declaramos propias, las murallas de Dubrovnik, saltos de trampolín que triunfarían en youtube, chiringuitos cutres en Bosnia en ruta, las callejuelas de Trogir, camareras que aprenden castellano gracias a Pablo Alborán, conciertos nocturnos en el Palacio Diocleciano. La cara de vacaciones, el pelo lleno de salitre. Islas y gatos, de nuevo. ¡Sí!
Por allí salían Moncho e Isaías a las cinco o seis de la mañana a correr, que los amaneceres llegan antes y a pleno rendimiento de luz y sol desde primerísima hora. No era nuestro caso. Después de una semana en escarpines, hasta el punto de que me incomodaron los zapatos el lunes, después de diez días sin calzarme las zapatillas tocó volver a las neblinas y retomar el trabajo en la oficina y la actividad deportiva.
El rodaje fue tranquilo, treinta y cinco minutos para evaluar los efectos que el
dolce far niente causa en el organismo: definitivamente positivos. Con menos molestias de las habituales y sin notar la inactividad, estuve trotando por Cda sin problemas. Los felinos gallegos huían ante mí, por si necesitaba una prueba concluyente de que habíamos regresodo. Una señora en chaleco fosforito comenzaba su caminata y aguardaba por la compañera, se tuvo que apartar para hacerme sitio pero no saludó. A falta de sociabilidad humana y animal, en el suelo encontré una moneda de un euro, unas siete kunas.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Sáb, 22 Xul 2017, 15:43; editado 1 vez