Mar, 06 Dec 2016, 2:53
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Tercer año del gato. Día 150. (3 de diciembre)
En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras, matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz, ¿y cuál fue el resultado? El reloj de cuco.
Gran película “El tercer hombre” y gran frase, lástima que el reloj de cuco sea un invento alemán. Suizos son el velcro, el papel de aluminio, la máquina de escribir y la de rayos X, Roger Federer, el chocolate en barra, el ratón para ordenadores, H. R. Giger, el tendedero paraguas, el pelador de patatas, Heidi, la Cruz Roja y la cremallera. Ahí donde lo veis, se mantiene oficialmente como el país más innovador del mundo año tras año. Y celebran una impresionante fiesta deportiva el último mes.
Se conoce que allá por 1602 Ginebra era una ciudad-estado independiente, fuera de la Confederación Helvética y codiciada de sus vecinos, y así en la noche del 11 al 12 de diciembre el Duque de Saboya la atacó con sus tropas e intentó invadir sus muros fortificados, pero fue rechazado heroicamente (como tal lo cuentan ellos) por sus habitantes. Entre los variados hechos notables de esa batalla, ganó particular fama la Mère Royaume por lanzar una marmita de sopa hirviendo sobre la cabeza de un soldado que había puesto una escalera en su casa. Y con este apunte cultural ya sabemos qué es lo que se conmemora estos días en la villa y de dónde viene el nombre de la carrera.
Manolo y Celina me hablaban siempre de la Course de l'Escalade y que teníamos que ir, y Adrián llegó a insinuar que era superior a la Behobia. Y yo que ya no soy mucho de hacerme rogar cuando de viajar y conocer se trata, busqué vuelos en Skyscanner y alojamiento en Airbnb y dije que sí. Pero cuando fui a inscribirme no entendí nada. ¿Cuántas categorías, divisiones, clases, sexos, edades, objetivos y deportes había? Era menester un Máster en Running Internacional. Élites y populares, mixtas e individuales, por tiempos, Nordic Walking, la cosa empezaba con la caminata del viernes y seguía con salidas continuas desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la tarde del sábado. Tuve que rectificar el grupo inicial, los apellidos con los que nos habían anotado, las distancias, incluso me llamaron al móvil para preguntarme con acento extranjero cuáles eran nuestras marcas, y a la conclusión de las gestiones quedé (creo recordar) en el cajón 2 barra hombres III barra bloque D, que saldría a las 12:48 (la proverbial puntualidad), y Montse en otra retahíla similar de jerarquías para las 14:35.
Nos recogieron los dorsales y la bolsa inagotable de regalos, nos recogieron también a nosotros en el aeropuerto, nos llevaron a la casa primero y a cenar después. Fuimos tratados como marqueses, con un servicio inesperado de todo incluido a lo largo del fin de semana. Y por la mañana probé los croissants. Hay una Suiza alemana y una italiana, y hasta un cantón en el que se habla el romanche, pero Ginebra es francófona y algo afrancesada, con sus buhardillas, sus boulangeries, con esa suavidad en las formas y las voces, y a diferencia de los parisinos aquí no me respondían en inglés a mis improvisaciones.
Excusez-moi mademoiselle, pour aller au lac? Y se dan tres besos, ¡cuánto aprendimos!
Seis párrafos más tarde, estábamos en el Parc des Bastions, ya era hora. Y aquello era un despliegue apabullante de medios y gente. Las carpas con calefacción, las pantallas gigantes, los puestos, las gradas, los arcos, la meta, las cabinas de la televisión que retransmitía, los varios speakers, la pista de patinaje. El gentío. Estaban los niños corriendo, por rondas, ordenados, sin ir de la mano de los padres, y eran cerca de seis mil, ¡seis mil niños!, bastantes más que adultos ningún domingo en Galicia. Los colaboradores acompañaban a los más pequeños que cerraban las filas y los llevaban hasta el punto de encuentro habilitado entre hinchables y juegos. Luego me enteraría de que en la
andaina de la víspera habían ido, repito signos de admiración, ¡más de ocho mil personas!
Ideas sencillas que sólo precisan de buena voluntad (un cartel agradeciendo y nombrando a cada uno de los voluntarios), y otras que además requieren de medios (pasarelas elevadas para cruzar sobre y no en medio de la carrera). Y civismo.
Hay idiomas que impulsan a correr y otros no tanto. En italiano “competitivo” se dice
agonistico, para que lo tengas claro desde el comienzo. En cambio en francés la palabra inglesa para el dolor,
pain, sólo significa “pan”, y podemos esperar cosas buenas cuando un voluntario es un
bénévole. Rodeado de tales benefactores sonrientes iba probando todo lo que me ofrecían para combatir el frío, incluido por error el vino caliente con canela. No era el momento y probablemente nunca lo será, respetando los gustos ajenos.
Seguíamos la prueba por las pantallas, abrigados, pero acercándose el mediodía nos dirigimos al mirador del Paseo Treille donde está el banco (de madera) más largo del mundo. Los primeros adultos ya estaban participando. Desde arriba veíamos cómo en cada tanda el equipo local de fútbol americano formaba una barrera de contención y un cañonazo (que nos pilló por sorpresa, lo cierto es que avisaban y el hombre encargado de encenderlo se lo estaba pasando en grande) daba la señal y se apartaban a modo de compuertas que se abrían. Celina y Montse se fueron a buscar un sitio para animar y Manolo y yo a nuestros puestos, él tres minutos antes. Y por fin a las 12:48 arrancamos.
Con mi dorsal al que había tenido que tachar el
gonzalez porque a los suizos les parecía que había un apellido de más y no dudaron en rebautizarme. Con mis zapatillas nuevas que molestaban en la planta. Cuesta arriba y enseguida por la Vieille Ville, que es preciosa, estrecha y empedrada y adornada por banderas y repleta de galerías de arte y restaurantes con encanto. El circuito a tres vueltas se iba llevando con calma pero a buen trote, algo rompepiernas y siempre entre espectadores sin cesar y bandas de música, pasando por la casa de Urdangarín y Cristina, por la Catedral, por la Place de Bourg-de-Four... Al devolver los aplausos me gritaban
Allez Daniel, y una hiperbólica se excedió:
Allez Daniel, bravo et superbe! Y yo encantado.
No es quizás el público de la Behobia en entusiasmo desbordante, pero no desmerece por la implicación, por la participación, la paciencia, la constancia, el buen humor, el respeto, la cultura deportiva, el entendimiento de que esta fiesta es para todos y de todos y en beneficio de todos, algo de lo que estar orgullosos como ginebrinos.
Merci pour tout!
El tramo final, adoquinado y en descenso, lo hice con precaución, no era plan de caernos y estropear la jornada, y terminé los casi ocho kilómetros en la alfombra roja a un ritmo medio según el Garmin de 4'18". Sin entrenar, si recordáis, de modo que satisfecho. Saludé a un alicantino por la camiseta, él ya era un asiduo a l'Escalade y por mi parte le aseguré que volvería. Nos dieron avituallamiento sólido y líquido abundante sin que nadie se abalanzase a llenar la cesta: faltaban todavía muchos corredores y muchas horas.
Después fue el turno de correr de Montse (que va fenomenal) y Celina, a sólo dos giros, y el nuestro de apoyar. Y al acabar nos tomamos una sopa de pago (que me dejaron sacar sin vacilación pese a que no tenía francos, y por supuesto regresé a corresponder a la confianza) en la carpa y una gratuita en el exterior. Nos quedamos a ver a la élite, con los y las etíopes y keniatas, y una vez finalizadas todas las series, a eso de las cinco, se pudieron unificar las clasificaciones por categorías, y el gran Manolo había sido el décimo y subió al podio.
Era ya de noche y el ambiente no decaía. Pero todavía añadiríamos la guinda al pastel. Nos fuimos a cambiar a la casa, que había elegido cercana, y a regresar. Será otra crónica.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Xov, 08 Dec 2016, 20:44; editado 3 veces