Dom, 22 Mar 2015, 19:14
Asunto: Re: El diario gatuno de Slump
Cuaderno de bitácora. Primer año del gato. Día 259.
En el principio era el Verbum. Después la carrera, mi sexta Vig-Bay, la única prueba a la que no he faltado desde que empecé. Tras París y la Interrunning ponía la guinda a unas semanas de marzo muy especiales, estilo Samanta Villar pasa 21 días viviendo en las populares. Madrugamos, abro la ventana: la primavera trompetera ya llegó, ya me despido del abrigo, niña vente conmigo. Salimos y recogemos a la otra niña, y tiramos para Baiona, donde desayuno sano como siempre (croissant a la plancha). Contando behobias y otras no homologadas, ésta es mi media número veinticinco, y es que soy un superveterano, mal que me pese, y veo (¿con envidia?) cómo los debutantes están nerviosos e ilusionados. Keep calm and love cats. Montamos en el autobús, silbo rockabilly en mi pitagol, el cielo azul y brilla el sol, en el Vitrasa hacia Samil, hoy me voy a divertir. Nos dirigimos a la foto-kedada, donde entre otros saludos pongo cara a Aprendiz, que quiere despedirse de Galicia a lo grande. En el medio me paran de la TVG (creo) y me hacen una entrevista, Nando e Isaías se me echan encima para chupar cámara, digo lo que se me ocurre y me permite la timidez pero no me acuerdo de publicitar el diario gatuno, qué oportunidad de darlo a conocer a millones (qué digo, miles de millones) de espectadores, convertirme en fenómeno viral, ser objeto de memes, crear mi propia línea de cintas del pelo, ser subtitulado como los vídeos de Hitler (ahora el Risitas).
El plan para hoy. Desoigo (no sin esfuerzo) los cantos de sirena que me animan a ir por marca. El reto es distinto y novedoso: voy a intentar llevar a dos compañeros a la hora y cuarenta y cinco. Juan, architortuja, con quien salgo por Tomiño varios días por semana, uno de los responsables de mi mejoría, y Nando, globero ocasional y traidor trailero, colega de comidas y palillos, risas y escapadas turísticas. Sé sobre el papel cómo hacerlo, de menos a más, pero lo que me funciona a mí no tiene por qué servirles a ellos (y a los dos a la vez). Entusiasmado con mi nuevo rol, compro unos globos en una chucherería (lugar donde venden chucherías) y me los pongo en la cabeza, con los nombres y el tiempo rotulados. ¿Sabéis que cuestan cinco céntimos cada uno? ¿Es éste un negocio rentable? Aun pensando en lo que pueda gastar Ana Mato en sus fiestas de confetti, no lo tengo muy claro. Y así con los apéndices saltarines (ahora se entiende por qué me abordaron los de la televisión, para reírse de mí) nos ponemos en el cajón dispuestos a acabar en esos ciento cinco minutos.
¿Lo habremos conseguido? Mirada de Jorge Javier Vázquez a la cámara, morritos fruncidos, como en foto fija, supongo que practica ante el espejo hasta que se le ponen rojos los ojos. Emoción y diez minutos de publicidad.
¡Noooo! Y como ya no es sólo mi carrera sino la de tres, supongo que debo valorarla en conjunto. Empezamos muy bien, voy dejando que se marchen todos los impacientes y llevo, llevamos el ritmo correcto, la idea es hacer el primer 10K a 5'10" y el resto a 4'50", me parece asequible y confío en Juan (en Nando no tanto), la cosa marcha y los kilómetros van cayendo solos, sin mucho esfuerzo vamos un pelín más rápido de lo previsto. Toda la carrera voy al son del pum pum de los globos rebotando en las orejas (no creía que fueran a aguantar sin reventar, por cinco céntimos), temo que me descalifiquen por usar ayuda externa aunque sea autopropulsada. Los niños están encantados conmigo (si ellos supieran lo que pienso de ellos...), mira ése, ji, ji, y las madres se solidarizan y me animan, venga el de los globitos que ya falta poco. Y seguimos los tres juntos y en tiempo.
Me entran dudas, de pronto: ¿Le parecerá bien a mi jefe que vaya con la camiseta de la empresa y esa pinta? ¿Qué pensará mi madre, que está en Panxón, al ver que de 5.500 corredores el único fantoche es su hijo? Bah. Todo lo contrario, se nos une una chica que quiere hacer la misma marca, varias personas me preguntan a cuánto vamos, les explico que no soy de la organización, que esto me lo he puesto yo en la cabeza y escrito con un rotulador (mal concepto tienen de la Vig-Bay si creen que las liebres oficiales van así) y deciden no seguirme, eh, eso ofende. Y como voy relajado, por debajo de lo que puedo ahora mismo, estoy disfrutando un montón, qué feo es Vigo pero qué maravillosa es su ría, qué vistas, aplauden y yo aplaudo, me gusta mucho esta carrera.
Pero cuando apretamos un poco según estaba previsto, Nando se descuelga en Playa América, nos dice que sigamos sin él (después en la comida se quejaría, qué ingrata es la vida del globero), y también la compañera espontánea, me quedo con Juan y no tiene un aspecto demasiado prometedor, está pagando el precio de esta media, por lo que es y por ser su primera, ya le había avisado de que es muy engañosa y nada fácil. No sé qué hacer para ayudarle, le voy cantando los repechos (éste es ya el último) y los kilómetros (no faltan ni cuatro, es un microentreno por Tomiño), le exagero (esta entrada es como el Tour de Francia, mira qué animación), apelo a su vanidad (Juan, que está tu mujer en meta, ponte derecho y que no te vea así), en fin, le miento: ¡venga, coño, que tú puedes! Porque no puede. Me dice que está mareado y me asusto, soy una liebre sin seguro, paremos, pero no quiere. Nos adelantan varios archis, la gente sigue feliz aplaudiendo al simpático de los globitos, y yo pendiente de él, se hacen largas las rectas. Empieza a soplar: ¡El viento se levanta! ¡Hay que intentar vivir! Por fin llegamos a Baiona. Se sienta, descansa y recupera. Todo en su sitio. No hemos logrado al objetivo pero 1:48' en su debut en media maratón tampoco está mal. Y habrá muchas más.
¿He disfrutado? Pues sí. Es mísero, sórdido, y aun diría tétrico, someterlo todo al sistema métrico. Mirad las Cíes y el público y el baño en el mar que estaba más frío que el nitrógeno líquido. ¿Lo he hecho bien como guía? A saber, yo creo que sí pero no lo conseguimos, la polémica está servida, esta noche encuesta en el Chiringuito, ¡vente!
Por su parte, Montse hizo marca personal. Y sin ayuda o supuesta ayuda. Y después, comilona.
La moraleja de esta historia es tan evidente que da pereza: para correr, que no os den gato por liebre.
P.S.: La chica que se apuntó al grupo fue la que mejor lo hizo. Remontó, nos pasó, y me dio las gracias.
Como el Ave Fénix resurjo de mis lesiones
Última edición por DoctorSlump o Sáb, 11 Mar 2017, 22:52; editado 2 veces